Digan lo que digan, la tasa real de paro se debe situar por encima de los seis millones de personas. Es una cifra de postguerra. Más luego una buena cifra de empleados a tiempo parcial, con contratos basura, sin sueldo, ni pagas extra, ni vacaciones. Vamos… trabajando como en los antiguos algodonares. Y, no estamos hablando de inmigrantes explotados, si no de nacionales. Gente que trabaja solo para ganarse la cebada. Y, hay empresarios y directivos sin escrúpulos que ya ni siquiera contratan, si no que subcontratan a esos nuevos esclavos.
Se han perdido todos los derechos y conquistas sociales que se adquirieron durante el franquismo. La derechona lamenta esas conquistas sociales y, reprocha al antiguo Régimen de ser el más "socialista" que hubo en el mundo.
Cuando un empleado halla un contrato de quince días, unas semanas o unos pocos meses. Sabe anticipadamente que no van a valorar su potencial humano por mucho que se esmere y se sacrifique por la empresa. Es solo un número que pasara sin pena ni gloria en el puesto y cuando llegue el día de vencimiento de su contrato, no habrá merito alguno por el cuál le renueven y mucho menos lo hagan fijo. Aunque ahora eso de fijo es un decir, porque igualmente pueden despedirle.
Con ello se pierde todo interés en cumplir y prestar el mejor servicio. Al final tendrá la misma suerte que el vago. Eso comporta que vayas a donde vayas, un dependiente (por ejemplo) te atienda desganado y lo único que busca es deshacerse del cliente lo antes posible. Aparte de que su formación para el puesto casi siempre es muy deplorable.
Antes el que un trabajador hubiese pasado por unas pocas empresas era un demerito. Ahora es lo clásico. Jóvenes con treinta años que se han pasado cinco años en diversos trabajos y el resto repartiendo curriculum y presentándose a entrevistas. Lo cual es todo un pico para el sufrido demandante de empleo que, ya no solo perderá una parte importante de su vida buscando trabajo, si no gastando folios y tinta de la impresora, más desplazamientos, más tendrá que hacer un receso para beber.
En el antiguo Régimen. Todo funcionaba distinto al de ahora y de ahí que, pese a haber sufrido un endémico retraso con respecto a otros países del entorno, pese a haber pasado una Republica que empeoro más la situación y, pese a una cruenta guerra de tres años. En menos de treinta años, España se sitúo en la novena potencia mundial. Aquí había unas leyes que –reitero- eran las más avanzadas del mundo entero en cuanto a proteger los derechos y la dignidad del trabajador. Pero si eso fuese poco. Los empleados más preparados y capaces, siempre sus salarios y devengos superaban los que establecía la ley. El dueño valoraba la capacidad de cada uno de sus empleados y, en muchas ocasiones un empleado aventajado, un simple dependiente otra empresa le hacia ofertas superiores y, se lo sacaban de las manos. Con lo cuál el trabajador esta incentivado. Lo contrario de ahora.
Por otra parte, antes las empresas eran propiedad de nativos. Los dueños eran los primeros en llegar a la fabrica o el comercio y enfundarse el uniforme o la ropa de trabajo y el último en irse. Así tenia una percepción real de todos sus empleados y podía establecer esos incentivos a los más productivos, aparte de inyectar moral entre sus trabajadores. El dueño era la persona cercana a la que el empleado podía transmitir no solo ideas nuevas, mejoras en la producción, si no hacerle participe de sus penurias personales. El dueño así, era la primera persona en ofrecer su ayuda al empleado que sufría un infortunio. Ahora asi un empleado se este muriendo, cuidara muy mucho de que se entere el dueño o el gerente, porque no solo no hallara ayuda, si no que lo más normal es que encima lo despidan.
Mi tío Roberto, trabajaba en una de sus fábricas, llamada de blanqueo. El pobre hombre tuvo el tétanos y por un error en el diagnostico del primer medico, no se llego a tiempo y falleció ese padrazo que era mi tío. Pero en cuanto el Sr. Carreras tuvo conocimiento de su situación, le puso los mejores doctores del momento y, una habitación de pago que costeo de su bolsillo. Además ayudo a su esposa e hijos en los primeros momentos hasta que no cobraron las pensiones de viudedad y orfandad.
Ese era el clásico empresario catalán de la época. El primero en llegar y el ultimo en cerrar. Que se manchaban de grasa o se llenaban de pelusa. Trabajaban como uno más. Esos fueron los hombres que hicieron grande a Catalunya. Hoy es más bien lo contrario. Los jefes solo piensan en enriquecerse, apenas si se les ve en las empresas, ellos tan ocupados con sus grandes coches, sus ropas de marca y ocupándose de las bellas acompañantes. Si pueden robarle al trabajador lo hacen cuanto pueden, les putean para que así trabajen con más desgana y no hace falta decir que son inasequibles e insensibles a cuantos infortunios puedan sufrir sus empleados. El buen empresario y jefe nunca desprecia ni menos valora la opinión del más humilde de los colaboradores. Al contrario, valora todas las aportaciones y corresponde a la lealtad de los suyos. Nuncá se puede desdeñar a ningun inferior, maxime si es esforzado y esta fundido con la empresa.
Los sindicatos verticales siempre que era posible apoyaban al trabajador. Eso era una espina que llevaban clavada los malos empresarios. Ahora los sindicatos que viven de nuestros impuestos, si requieres de ellos aún te cobran y, casi nunca resuelven nada. Allí donde deberían estar ni aparecen. Solo están allí donde hay cámaras y prensa. Hemos perdido toda la dignidad que teníamos los trabajadores, todas las conquistas sociales. Y, han conseguido lo que nunca que los trabajadores estemos enfrentados e incapaces de unirnos ante las más escandalosas injusticias.
Con todo este panorama. Se ha conseguido una masa uniforme de trabajadores, sin aliciente alguno, sin identificación con la empresa, sin especialización alguna y, tratando de pasar los días de la forma más cómoda hasta recibir el finiquito que le esta esperando. Si alguno a pesar de las horribles condiciones a las que esta sometido, por su carácter y forma de ser, cumple con celo en su trabajo, no solo se ganara la enemistad y el conflicto con sus compañeros, si no el de los propios jefes que lo verán hasta como un competidor. Se ha llegado a tales extremos que ha aparecido una figura nueva en el trabajo, el “mobbing” o acoso laboral que ha destrozado la salud de muchos trabajadores y, hasta en muchos casos el suicidio.
En este país, un trabajador para sobrevivir tiene que ser gris, mediocre, incluso mejor malo y chivato. Todo menos eficiente y honrado. Así que no hay quien nos pueda sacar de esta crisis. En los mejores tiempos hemos gozado de un 8% de tasa de paro, índice que en los países del entorno solo han alcanzado en esta crisis.
Vaya aquí mi admiración hacia muchos pequeños empresarios que se han jugado su patrimonio en sus empresas. Jefes que han sabido y saben tratar a sus empleados con dignidad. Dueños que han sabido dar ejemplo de trabajo. A todos aquellos que con su conducta humana han hecho del trabajo una forma digna de vivir.
Foto del rey:http://www.rafaelcastillejo.com/
Foto del rey:http://www.rafaelcastillejo.com/
Cuanta razon tienes compañero, a ver si alguno se da por aludido
ResponderEliminarTengo 38 años y como tu bien dices, recuerdo ir con mi padre a recoger los reyes a la empresa en la que trabajaba, ubicada de Vigo. Empresa en la cual los trabajadores tenían un economato en el que adquirían artículos a un precio diferente al de la calle, una empresa que como bien decía mi padre, podías comenzar desde abajo y con tu esfuerzo alcanzar un buen puesto y respeto de tus jefes y lo más importante, un trabajo de por vida.
ResponderEliminarAmigo Emilio, por desgracia, cada día es más complicado encontrar empresarios como los de antes y creo que serán pocos los que no han pasado por media docena de trabajos como mínimo antes de asentarse y claro, sin la garantía de llegar a la jubilación en el.
Un abrazo