jueves, 4 de febrero de 2016

Los republicanos destruyen el monumento al Sagrado Corazón







EL CERRO DE LOS ÁNGELES HISTORIA

A 10 Km. del centro de Madrid en el pueblo de Getafe esta el Cerro de los Ángeles considerado el centro geográfico de España (en realidad de la península Ibérica), en lo alto del cerro fue colocada la grandiosa escultura del Sagrado Corazón de Jesús construido por el arquitecto Carlos Maura Nadal y el escultor Aniceto Mariñas, e inaugurado por SM Alfonso xiii en el año 1919.

Apenas empezada la Guerra de Liberación Nacional, el 23 de julio de 1936 cinco jóvenes católicos (según infocatolica, todos eran menores de 25 años) que guardaban el cerro  fueron asesinados por intentar defender el monumento del ataque de los milicianos , que se dedicaron a destruir el monumento primero a mano luego lo bombardearon con una pieza de artillería y como no conseguían derribarlo lo volaron  con dinamita, tras dejar la famosa foto del fusilamiento del Cristo, bautizando  como el cerro rojo y empezando su fortificación.

LAS DEFENSAS



Alrededor de la explanada del monumento se cavaron cientos de metros de trincheras, además con los restos del monumento se construyo un parapeto en la explanada, y seis fortines de hormigón armado que rodeaba al mismo fueron unas obras de envergadura a las que se desplazo el entonces ministro de obras públicas Julio Just Gimeno.

LA CONQUISTA

En noviembre las tropas nacionales en su avance hacia Madrid, toman el cerro en enero de 1937, un contraataque republicano pretende recuperarlo pero un nuevo contraataque nacional lo aplasta. Así queda reflejado en el artículo que escribe en febrero de 1937 Pablo Sigüenza  en la revista "fotos”
GETAFE, CONQUISTADO


Con que ímpetu nuestras tropas han avanzado hoy sobre el pueblo vecino a la Capital de España. Nunca les he visto con tanto empuje de la toma de otros pueblos aún siendo de más importancia, quizá sea porque este es el que más cerca está de la ciudad en donde todos los españoles tenemos algo y todos tendremos más cuando el glorioso movimiento de por terminada su victoria sobre el comunismo. 
Verdad es que hoy hemos sufrido mayor resistencia. Los rojos saben que la pérdida de Getafe es un golpe de contundencia dura para los que sostienen la presión de nuestro pueblo, pero la tropa de España, como siempre, ha sido más fuerte que el adversario, ha saltado las barreras y ha atropellado sus fueros. 
Hasta mañana no podré detallar los destrozos de los rojos. Son las nueve de las noche y se está tomando el Cerro de los Ángeles.

A LA CONQUISTA DEL CERRO



Después de la toma de Getafe, nuestras tropas avanzan unas hacia Villaverde, otras sobre el campo de aviación, protegiendo este flanco a la columna [ilegible], que ha de tomar la codiciada posición del Cerro, desde la que están hostilizándonos. 
Dicen que la caballería viene desde Pinto atacando con el éxito que, ya por lo constante, parece una cosa vulgar en nuestro ejército.
Yo solo sé, que sobre las llanuras del aeródromo, protegiéndose unas veces en los hoyos que los proyectiles han hecho, otras a cuerpo limpio entre las balas comunistas, sigue la tropa. Ya las primeras guerrillas han atravesado la vía para atacar de flanco a la estación. 
Llegamos a la estación que dista tres kilómetros del pueblo y, más de dos para llegar al Cerro, en donde ya se aprecian las huellas o, zarpas de las hordas sin Dios y sin entrañas. 
Ya se ve perfectamente como los milicianos no aguardaban a los soldados de Franco para rendir cuentas ante el Tribunal de España. Desalojan sus trincheras, mientras en carrera triunfal, nuestra bandera empieza a subir el Cerro para imponer la paz en la guerra, el honor en los hombres y el respeto a las artes y las cosas. 
Sabíamos de antemano la suerte corrida al monumento del Sagrado Corazón de Jesús, que gloriosamente fue elevado en el Cerro de los Ángeles sobre el punto central de nuestra España querida; sabíamos que después de simular la ejecución de su fusilamiento lo habían derribado con un cañón de artillería. 
Lo que no sabíamos es el ensañamiento con que han actuado después de haber derribado el monumento ¡Que salvajes! 
Están martillados los rostros de las figuras, barrenados los ojos de otros y, en total completamente partidas las molduras de los cuerpos representativos del pueblo que va a adorar al Sagrado Corazón. Presentía tal proceder y quizá por esto seguí a las tropas que habían de rescatarnos los escombros divinos, más que con deseos, con ansia de estar entre ellos. 

EN EL CERRO



Hace un momento que los soldados han trepado sobre las trincheras de cemento que los rojos construyeron para defender esta posición, aunque de nada haya servido su defensa, todavía no han establecido en sitio fijo los bártulos de guerra. Los caballos descansan en grupos en la llanura protegidos tras los edificios que lo poblan. Los jinetes alrededor de estos benditos cascotes, contemplan indignados la cobarde acción de los impíos, traidores al destino de su Patria y a la raza de su sangre. 

-¿Qué le parece?- me pregunta un oficial de caballería 
-¿Qué quiere usted que me parezca? 
Ya suponía la tragedia de su obra, no podía ser otra. Sus instintos eróticos o demoledores no podían dejar o devolvernos una santa imagen en la que tenía puesta la devoción todo un pueblo cristiano y muchos de los que entre ellos le blasfemaban. 
-Tiene usted razón, -me dice el oficial, que había cogido del suelo la mano de una de las figuras- nada bueno se puede espera de quien no lo es. 
Después coloca el fragmento y lleno de indignación repite “cobardes”. 
El monumento se aprecia perfectamente como fue derribado. Primero lo intentaron con la artillería, y como ésta no hiciese sino impactos con escasa profundidad, entonces, procedieron al perforamiento con barra, en donde introdujeron gran cantidad de dinamita y ésta fue la que hundió la gigante estatua. 

La impresión es horrible. Todas las figuras que quedan en pie están incompletas, entre éstas, brazos y cabezas de otras, que después de estar hundidas fueron desfiguradas a martillazos. 
Tras todo este montón de santas piedras rotas, una mole tremenda de hormigón estucado, clavada una esquina en la tierra, intacta, muestra aún las letras de “España”, el “yo reino en” lo han confundido en pedazos que nos ha sido imposible hallar. 
La piedra que componía la imagen del Corazón de Jesús, está tan destrozada, que nadie podrá unificarla, ni apreciar en ella la expresión de sus vestidos, y la cabeza... Vedla reproducida por el objetivo. Parece una piedra que de rodar y rodar se ha destrozado. 
Ya en ella no se aprecia el gesto de piedad y perdón con que nos miraba; es una calavera tratada por un monstruo, que después de descarnarla, masticó los huesos de su cráneo. 
Todo es un montón de escombros que hoy parecen de oro porque el sol los dorifica con el fuego de su luz, pero mañana será el cementerio donde los restos de la gloriosa imagen yacen rotos y amontonados entre la hierba que la tierra en donde se sostienen, críe. 
Los soldados, todos los que no ocupan posiciones, recogen los pedazos destruidos y los amontonan, todos quieren cicatrizar la herida, que con el dardo envenenado que los judíos les prestaran, nuestro Padre Jesús ha vuelto a ser mutilado por los descendientes de los que en el Monte Calvario le crucificaron. 
También yo recojo trozos de Jesús y los amontono, también rezo con más fe y más devoción que cuando en su pedestal bendecía a quienes llegaban a sus pies implorando el perdón de los pecados. 
Todo el Cerro está rodeado de una pared construida a modo de trinchera, pero está hecha con los pedazos de piedra benditas que no han de volver a ser lo que fueron aunque siempre serán reliquia de lo que han sido. 
También la Ermita de nuestra Sra. De los Ángeles ha sido saqueada, si no toda una parte derruida. La torre del sector Madrid la derribaron con la artillería, para que les sirviese, en la falda del Cerro, sus derribos de parapeto en la lucha con los soldados de España. 
Todo está minado. Por todas las vertientes, además de las trincheras, quedan intactas las cuevas hechas para descansar, en donde colchones y mantas, todavía con las etiquetas entre la tierra no han sido recogidos. 
Nada más inhumano, no nada más cobarde que esta saña ejecutada contra quien, por haber sabido morir en la Cruz, no podía intentar su defensa. 
Destrozado, si pero es el mal de todos los españoles y de todo el que sin ser español sea cristiano, vivirá siempre. 

Volvemos a mirar los escombros de oro, porque el sol los dora con el fuego de su luz. Volemos a contemplar las ruinas que ayer fueron gigante monumento y, que esperamos vuelvan a ser pronto reconstruidas, para orgullo de los que sabemos reconocerle como Rey del Imperio de nuestras almas, como Rey del Imperio de la religión de España. 
Cerro abajo, nos alejamos de los benditos cascotes, entre los que yace roto el Sagrado Corazón de Jesús; entre estos cascotes que se han convertido en trinchera, desde donde nuestro gloriosísimo Ejército ha de defender la hegemonía de nuestra Patria, que ha de llevar a todos los españoles la Patria el Trabajo y la Justicia. 
Cuando descendemos por las vertientes del Cerro, brazo en alto, los soldados y camaradas que ocupan los reductos de las trincheras y escondrijos de los enemigos de la Ley, del Derecho y de la Patria, nos preguntan. 
Uno de ellos me dice: 
- ¿Han visto Uds. Como ha quedado el Corazón de Jesús? 
- Si, lo hemos visto, y nos llevamos documentación gráfica para enviar al Mundo la verdad de la causa de nuestro motivo. Que sepan bien por qué nosotros nos peleamos y porqué en la trinchera o a cuerpo limpio sabéis morir y matar. Quizá no nos quieran comprender. 
- Hoy –me dice un soldado de Cazadores mientras se alzaba el casco para mejor verme- quizá tenga Usted razón y no nos comprendan pero cuando vean nuestra obra que a la par de la reconstrucción, llevamos a cabo en España, llenos de envidia vendrán a admirarnos y nosotros, entonces, les diremos: “Esta es España y estos los españoles que locos de amor, en un momento de orgullo, trazaron sobre el ritmo de la Historia la más gloriosa gesta que en el correr de los siglos se ha conocido en el Universo”. 
- Me gusta su oración. ¿Qué profesión es la suya? 
- Licenciado en Filosofía y Letras 
- ¿Lleva usted mucho tiempo de campaña? 
- Desde que empezó. Y puede Usted asegurar que hasta que me maten o termine esta Cruzada. 
- Estrecho la mano de este caballero de armas y, después, la de sus compañeros que, al grito de ¡Arriba España! Me despiden. 
Sigo bajando, casi por el mismo camino que he subido, haciendo miles de reverencias, porque cada vez que suena una bala, inclino la cabeza, cual si pasase el Santísimo… (Es precaución)
Al acabar la guerra se crea "la obra nacional del cerro de los ángeles "  que abre una suscripción popular para reconstruir el monumento, siendo el Caudillo uno de los primeros con 50.000 pesetas  para dar ejemplo, para ello también se crean los primeros viernes nacionales, peregrinaciones religiosas desde todas las partes de España, para recaudar fondos para la obra, eran organizadas por la junta española nacional de peregrinaciones, "para pedir a Dios por España y la paz del mundo”.
Cada peregrino pagaba 14 pesetas y reciba la medalla del peregrino que nos ocupa el billete de tren y un carné para un descuento del 40% en los ferrocarriles.
El monumento después de diez años de trabajos fue reconstruido acabando  en 1968.


Tomado de la "revista Fotos". (1936)


Foto del nuevo monumento construido por el Rédimen de Franco.
Martin Nieto