Les voy a confesar algunas cosas que, creo son necesarias para comprender
lo que publico para mis amigos y, mis enemigos.
La mayor parte de mis artículos. Salen sin ninguna idea preconcebida.
Siento la necesidad de comunicarme. Me siento ante el teclado y, empiezo a
escribir lo que va surgiendo espontáneamente. A veces es como resultado de una
noticia, un programa de tv o, simplemente por una imagen. Este es el pretexto,
para desarrollar un texto. A veces soy consciente de que no está bien
hilvanado, mientras le doy al teclado. Pero no me gusta leer el texto una vez
redactado. ¿Por qué? Creo que, aun siendo amigos cibernéticos. Si corrigiese, sería
un fraude.
Intento siempre y, en la medida de lo posible. Escribir lo mismo que me
surgiera si estuviese hablándoles a viva voz. Muchas veces, en mis artículos hay
mensajes subliminales. Por los anónimos, por comentarios de amigos físicamente y,
por los muchos mensajes que recibo. Creo que me siguen más mis detractores y,
hasta enemigos. Que amigos tengo en el FB. Y, aprovecho la ocasión de que
escribo, para que esas personas se sientan aludidas. Es aquello de matar dos pájaros
a la vez y, eso complica más las cosas.
Mis estudios de grabación de radio. |
Solo unas pocas personas. Conocen una faceta mía. En vez de escribir una
carta de quince folios. Les grabo una carta a viva voz, al estilo radio. Con su
presentación, sus músicas y, canciones y, hasta documentos sonoros. A modo de
ejemplo la que le envié hace años a Federico Jiménez Losantos, cuando estaba en
la C.O.P.E. También de lo más espontaneo. Pero acabó escuchando de fondo el
entierro de Franco. Franco ante los españoles en la plaza de Oriente. El
testamento político de Franco en la voz de Carlos Arias Navarro y, acabe dando
los gritos de ritual con el “Oriamendi” “El Cara al Sol” y, el Himno Nacional. Hay
personas que pese a que han transcurrido más de treinta años. Aun conservan la
cinta a cassette.
Con mi leal y, fiel amigo Don Blas Piñar |
Pero hay una cosa que los interesados suscribirían sin dudar. Que cuando
alguien me hiere, traiciona, estafa o me engaña. Las cartas que envío, son más
explosivas que las bombas de Hirosima y, Nagasaky. He llegado a escribir hasta
treinta folios. No han dejado indiferentes a nadie. Mi más añejo amigo, no lo
localizaba por teléfono y, le mande una carta. En cuanto la recibió, me vino a
casa con la carta sin abrir. Con cara de susto, tembloroso. Y, me pregunto si
esa carta era una de las mías. Hay amigos a los que les he dejado leer una y,
son escalofriantes. Solo una de ellas, me arrepentí y, afortunadamente la
relación se pudo reconducir. Si tuviera una copia de estas cartas. Las publicaría
en un libro y, tendría más ventas que Isabel Allende. ¿Por qué de estas cartas?
Porque soy consciente que cara a cara, no tendría la oportunidad de contar todo
lo que siento, que muchas cosas se quedarían en el tintero. Bien porque no
asomaran en ese momento en mi mente. Bien porque me interrumpiesen. Un botarate
que no hace mucho recibió una de estas. Me dijo que era un gesto de cobardía.
Cuando es todo lo contrario. Las palabras se las lleva el viento. Pero dejar a
caldo una persona por escrito. Como decimos en mi tierra (eso va a misa). Me
pueden demandar judicialmente. No me puedo retractar. Lo cobarde es prometer y,
jurar en la intimidad, sin testigos siquiera. Lo escrito y, firmado obliga. Es
como se hacen las cosas serias (contratos, hipotecas, alquileres, etc)
Y, ya puesto a sincerarme. Les diré que en la radio, fui innovador. Aposte
por la radio de servicio público y, de madrugada. Me llamaron loco. Pero en
unos pocos meses, mantenía a toda una provincia despierta. Tenía una voz
seductora. De esas microfónicas. No estaba dotado intelectualmente como mis
maestros y, amigos. Pero hacia vibrar a los oyentes. El timbre, la declamación,
las pausas y, los silencios. La pasión y, vehemencia hacían el resto. Hay
personas que son muy barrocas hablando y, sin embargo no empapan al oyente. Mi
arma es la verdad, la sinceridad que brota de lo más hondo de mi alma. Eso te
hace creíble. En un mundo que ya no abunda la credibilidad.
Mi madre Juana con Dolby |
Otra cosa que me gustaría poner en conocimiento de ustedes. A veces
personalizo mucho. Incluso ilustro mis textos con fotografías mías, de joven
sobretodo. Y, eso obedece a que he vivido diez años de oscuridad en mi vida. En
un trabajo que era el último mono y, como tal tuve que tragar muchos sapos. Tuve
que convivir con individuos que, siendo de lo último disfrutaron en manejarme.
Siempre he sido humilde y, estando muy por encima de todos ellos. No era
cuestión de discutir quien era quien y, más que quien. De ahí mi artículo “que
un Don nadie con un Smartphone es muy peligroso”. Y, esa gente, es la que me da
bríos por escribir mis memorias.
Permítanme seguir siendo sincero, honesto y, espontaneo. Tal como soy. Un
abuelo no habla de sí mismo por petulancia. Hace décadas que dejamos atrás la
edad del pollo. Pero en esta sociedad tan injusta con los mayores. Al menos déjennos
hacernos presentes, con nuestras batallitas. Que nosotros también fuimos jóvenes
y, guapos y, de la última moda e, importamos a los demás. Gracias.
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