miércoles, 10 de febrero de 2010

LA BANCA O EL 5º JINETE DEL APOCALIPSIS


Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y… del VMVA, con el nombre de Sanhio, NIF 78.988.777Y, chip de identificación AZA76tQ. Tus padrinos y avaladores Agustiniano y Celesia te entregan la tarjeta vesa oro y te dan la bienvenida bebeuveriana hasta el final de tus días.
De momento este encabezamiento es una broma… o quizás una premonición. No pretendo compararme a Orwell, pero el camino en que se dirige la humanidad puede dejarme corto.
El sistema que tanto adoran como a un dios, por el cual se impone a sangre y fuego, se demoniza a todo aquel que tiene la lucidez de oponerse, nos ha conducido que a la mayoría de los mortales se nos etiquete a un rebaño de ovejas que van prestas al cadalso, cuando ya no queda más lana que cortar o se encabrita. Un rebaño para servir a una elite de “elegidos” que no tendrá ni el pundonor de esconder sus excesos.
En cuanto se asomo a este pobre país la mierdocracia, lo primero que se hizo fué despenalizar la usura, con lo cúal los bancos tenian el camino despejado para sangrar a la clientela.
Tampoco hace tanto que la gente tenia el dinero bajo el colchón. Pagaba sus facturas dinero en mano con el interesado y podía reclamar cualquier anomalía. Ahora no! El banco paga por ti y, primero paga y después reclama. Tampoco hace tanto que un mortal abría una cartilla de ahorro con cien pesetas y, a medida que transcurría el tiempo, por los intereses, el saldo se iba incrementando. Ahora aperturas una cartilla con 1.600 pesetas y, sin hacer ningún movimiento, al cabo de tres meses… Abra Cadabra…nada por aquí, nada por allá, el dinero ya no esta y, encima te haces deudor. Debajo el colchón hoy y mañana encontraras ese dinero y, si no lo encuentras puedes al menos denunciar en cualquier comisaría, cosa que en el caso anterior ni eso.
No hace tantos años que al jornalero como se le llamaba a los empleados, cobraba cada semana en metálico de la mano del empresario. Luego fueron los pagos quincenales y más tarde mensuales. No hace falta decir que el cobro semanal permitía administrar mejor tu merecido jornal.
De repente a alguien se le ocurrió que podía hacer de intermediario y se ofreció a hacerte el favor. Así que a partir de este momento con carácter forzoso tenias que abrir una cuenta en alguna de estas instituciones “benéficas” sea banco o caja de ahorros. Ya con ello los asalariados perdimos el placer de contar los billetes que tanto sudor nos costaba ganar. Ese dinero va directamente a las cajas de nuestros patricios benefactores.
Vemos a multitud de ancianos recogiendo de los contenedores de basura sus alimentos, cosa que deberia avergonzar a cualquier gobernante. Pero eso sí. Esa ancianita indigente tiene su cartilla del banco o la caja para que le ingresen su miserable pensión y, cada mes al antojo de la entidades financieras le roben una parte de esa escualida pensión. !!MISERABLES!!
Pero luego se dieron cuenta de que el sufrido asalariado, aún le quedaba el esfuerzo de tener que contar billetes y andar para hacer sus pagos y, los benefactores nos quisieron ahorrar tanto sufrimiento. Así que todas las facturas las iba a abonar el papa benefactor. Antes una persona ante una estrechez, podía aplazar un pago y con ese dinero dar una prioridad. Imaginemos que necesita abonar una operación que es a vida o muerte. Pues como se viva al día y no tengas ahorros. Entregaras a la clínica tu tarjeta y, antes de operarte ya estarán sacando el dinero. El banco se habrá cobrado tu hipoteca, habrá pagado el crédito del coche, la electricidad, el gas, teléfono y demás y, no te quedara para la intervención, con lo cuál tendrás que morir. Eso si, con la satisfacción de que tu banco ha pagado y se ha cobrado todas tus deudas, lo cuál te reconfortara a la hora de rendir tu vida ante el Altísimo.
Antes los bancos eran como los confesionarios de las iglesias, donde te recibían con total discreción y privacidad. Ahora no. Te atienden en cualquier mesa, ante la mirada y los oídos de todo el auditorio presente en la entidad. No hace falta ver un reality show en las tv. El morbo en la oficina bancaria esta garantizado. Puedes enterarte de tus vecinos de todo aquello que los tabiques te impiden escuchar.
Los patricios te ofrecen sus productos. Te hacen sentir algo importante cuando te ofrecen un préstamo y, por una vez que te ofrecen y aceptas, tienes que estar firmando a ciegas un montón de documentos cuyas cláusulas ignoras por completo. Luego resulta que esas solo obligan y comprometen al cliente. La entidad nunca se hace responsable de nada, porque su naturaleza divina le legitima a dar cambiazos de todo tipo y sin explicación alguna. Ellos cambian el paso y encima te exigen que no lleves el paso cambiado. A la minima te estarán acosando por teléfono, cartas y requerimientos. Te estarán toda la vida pidiendo papeles que ellos manejan y conocen mejor que nadie.
De un tiempo a esta parte. Han ido suprimiendo el número de empleados a la minima expresión. Tú tienes que hacer los ingresos con esa maquinita llamada cajero automático. Metes los billetes y rezas para que en ese momento en que se los engulle la maquina no se corte el fluido eléctrico y te quedes sin billetes y sin justificante. Lo mismo sucede con los recibos. La maquina no lo hace todo, pero tu tienes que aprender a manejar la maquina y si eres corto de mollera con eso de las nuevas tecnologías, lo tienes crudo. Tienes que contratar a un inmigrante para que te realice las gestiones. Además tienes que ir a los cajeros y, con mucha suerte que no este averiado el de tu sucursal, porque si es general te pasas la noche recorriendo la ciudad para nada. Luego que tengas suerte y no haya un vagabundo durmiendo. Luego hacer de detective que alguna mafia no haya colocado un artilugio para hacerse con la identidad de tu tarjeta, si pierdes el billetero, lo más asfixiante es contactar con la entidad para que de de baja la tarjeta y rogar para que no sea demasiado tarde y, después del susto y el miedo de haberla perdido, resulta que te la encuentras bajo la cama de cuando te quitaste los pantalones. Cuando pagas con la tarjeta tienes que tener ojo de policía, no sea que el empleado te haga alguna patraña. Luego tu imagen servirá para ser registrada en video y no poder verlo en tu televisor, solo falta que en ese día y a esa hora por esos lares no se haya cometido algún homicidio. Luego llega un día que estas en el hiper una hora haciendo cola con el carro hasta los topes y, pasan la tarjeta y no la acepta, te quieres fundir.
Es de dominio público que un asalariado (por regla general) no le ingresan su nómina antes del día 10, lo mismo ocurre con las prestaciones del Estado. Sin embargo todos los recibos llevan fecha del uno al cinco, con lo cuál tu banco los devolverá todos y, al final mucho domiciliar, para acabar yendo a pagarlos a otros bancos y pagar una penalización. Menos mal que el préstamo de tu banco no tienes que corretear para pagarlo. Esperan pacientes a que haya el primer ingreso para cobrarse la cuota de 30 euros y penalizarte con 30 euros más. Por una diferencia de dos días acabas pagando el doble. Ya quisieran los pobres tenderos que no les queda más remedio que apuntar en la libreta que poder cobrar el doble por dos días de retraso.
Eso si. No pueden prestarte el servicio que de toda la vida venia ejerciendo una entidad bancaria, como es la de ingresar, sacar dinero o pagar recibos. Pero te pueden atender maravillosamente tanto para venderte un ordenador que no tienen ni puñetera idea, un viaje a la Patagonia que a lo mejor no lo saben situar ni en el mapa o, unos edredones de una sola talla que no valen para tu cama.
El banco es una institución más sagrada que la Santa Madre Iglesia. Los gurús que la encabezan son infalibles. Si la pifian y nos conducen a una crisis mundial. No pasa nada. Ellos ganaran más. Te pondrán más penalizaciones y, te sacaran excusas para pulirse tu dinero, primero que si las cuentas claras, luego vendrán que las más claras que el agua y, si la entidad se ha ido a pique, los pobres mediante el gobierno de turno saldrá en su ayuda con nuestro dinero. Todo sea para la entidad cada vez gane más dinero y los jerifaltes se puedan retirar con un cuponazo de ochenta millones, no de pesetas, si no de euros.
Pero quien no se resigna es porque no quiere. Siempre te queda el recurso de cambiarte de entidad y ser beneficiario de unas cacerolas o un juego de sartenes, además con el tiempo, mientras haces cola podrás comprar las hortalizas, pescado y la carne, probarte ropa interior y, hasta tendrás la barra de un bar donde podrás jugar al bingo. Todo queda en casa. Yo me pregunto si una tienda de edredones, cazuelas y sartenes, al mismo tiempo hiciese operaciones bancarias… ¿Qué pasaria?

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