martes, 14 de diciembre de 2010

ESPAÑA QUIEN TE HA VISTO Y QUIEN TE VE

Estamos atravesando la peor crisis de todos los tiempos. Una crisis sin final. El género humano ante la misma reacciona justo lo contrario que aconsejan las circunstancias.
Se habla de la crisis económica, pero no de la moral que es la que nos ha conducido a la misma. La ausencia de valores, la apostasía, codicia, egocentrismo, materialismo, egoísmo e individualismo. Al final revierte contra ellos mismos.
La sociedad esta enferma. Delira. Un trabajador quiere tener el mismo coche que el jefe. Las vacaciones se han convertido en un rito pagano. El hombre que ajustándose a la fe en Dios, ya le cuesta andar por el sendero de la autentica felicidad, ha desafiado a Dios y ha sustituido su Voluntad, por doctrinas e ideologías humanas que no conducen más que al abismo. Ha sustituido la Verdad Revelada por doctrinas inspiradas por mentes enfermas. Jamás los más incapaces habían llegado más alto. Si observamos el mundo nos percataremos que están gobernados por los más imbéciles, los más incapaces. Eso si, ellos se saben vender ante la opinión publica. No ofrecen más que humo, pero consiguen crear falsas esperanzas.
El mundo ha quedado dividido por dos ideologías probadamente perversas. El capitalismo y el marxismo. El último se derrumbo victima de su propio fracaso. El capitalismo se esta derrumbado de tanto éxito. Ambos tienen la misma concepción del hombre. El Vaticano ha condenado ambas ideologías como intrínsecamente perversas.
Nuestro país, cuna de la civilización cristiana y, evangelizadora de medio mundo. Pudo durante cuarenta años sortear a ambas concepciones perversas de gobernarse, por la Divina Providencia que coloco a un Caudillo sabio, justo, equilibrado y sano al frente de la Patria. Heredo un país secularmente pobre, destruido por una contienda y, lo elevo a la novena potencia mundial. Era el país más libre de todo el orbe. Consciente de que ambas ideologías eran caóticas, nos libro de ellas. Nos dejo una gran obra, un régimen nuevo basado en los principios del mejor pensador, filósofo y humanista del siglo XX, José Antonio. Donde se recopilaba lo mejor de nuestra gloriosa Historia. Tuvieron que aguardar cuarenta años para que de nuevo todos los buitres que han conducido a España a la pobreza, miseria e ignorancia moral y económica, volvieran a sobrevolar nuestros cielos para enfrentarnos, dividirnos y revivir los odios felizmente enterrados. Fuimos Una nación, Grande y Libre. Ahora estamos en manos de los que desprecian la creación y a la propia raza humana a la cual solo ven esclavos a quienes explotar. Nos quisieron hacer creer que con el viejo y anacrónico sistema, habíamos alcanzado las más altas cotas de prosperidad y, han bastado dos años para hacernos ver la realidad. Los gobiernos de González y Aznar, para sobrevivir a nuestras deudas se fueron vendiendo nuestro patrimonio y, hoy ya no tenemos más que calderilla. Un país pobre y endeudado para varias generaciones.
La gente ya ha perdido hasta la genética. Es incapaz de pensar, meditar y razonar por si mismos. Todo es según nos lo cuenta las radios, televisiones y prensa del “movimiento”. Ha pedido la memoria, la perspectiva y los referentes. Los que peinan canas, se han olvidado de que hace poco más de tres décadas, vivían en un país en orden, progreso y felicidad sana. Han olvidado de que los ancianos morían en sus casas al cuidado de sus familias. Han olvidado que los odios, los enfrentamientos y las divisiones se habían superado hace más de medio siglo. Han olvidado que antes tenían esperanza e ilusión. Que la gente era feliz de verdad y cantaba en sus hogares, en su trabajo y hasta en la calle. No existían esos odios, ni esa codicia diabólica.
Es tal el grado de envilecimiento que ha provocado el sistema que, ni en estos aciagos momentos de hambre, miseria, pero y desolación, las masas se lanzan a las calles. Es más. Se ha creado un raro y extraño complejo en aparentar lo que no es. Ni siquiera la gente tiene capacidad para lamentarse. La gente vive sus miserias de puertas para adentro y en la calle muestran ese orgullo malentendido de querer aparentar lo que no es. Les preocupa y mucho el que dirán y pensaran, incluso en que la envidia generalizada puede producir alegrías de sus penas.
¿Cómo se puede alardear de vivir en el mejor de los sistemas y condenar el anterior, cuando el sistema hace imposible la convivencia entre clases sociales, entre regiones, entre ideologías, entre religiones, entre familias, entre los propios trabajadores, entre padres e hijos, entre alumnos, entre los de un propio partido? Es el todos contra todos. España que era el país del mundo con el menor índice de suicidios, hoy se sitúa entre los primeros de nuestro entorno, como ocurre con la tasa del paro. Las loterías son el único medio en que los españoles cifran sus esperanzas. Las encuestas son muy claras al respecto. Casi nadie confía en los políticos, gobernantes ni las instituciones.
La gente ya no apuesta por el futuro. Se vive el momento y eso es el síntoma de una sociedad agonizante que da sus últimas bocanadas de aire. La clase dirigente, incapaces de resolver los problemas que ellos han creado, no tienen más luces para entretener al personal y se olvide de sus propias desgracias que incitarles al odio, la división y el desenfreno. Se ensalzan todos los vicios y, se ridiculizan todas las virtudes. No pueden permitir ni un  espacio sano, para que el personal les pueda pasar factura a toda la corrupción institucionalizada. Cada vez que nos arrancan unas conquistas sociales, unos derechos, ya montan la bronca para que pase lo verdaderamente trascendental desapercibido. Así enfrentados todos contra todos, ellos puede seguir en sus puestos. Sale un partido nuevo con el proyecto de resolver los problemas que han creado los demás y, en lugar de esto crean problemas nuevos, porque los que se ponen a la cabeza les importa una higa sus conciudadanos. Lo único que les mueve es el afán de poder y de hacer caja cuanto antes y más mejor.
         Hemos tenido una época en que se hacia necesaria una inmigración que ocupara los puestos que no querían los nacionales, que eran necesarios para cubrir la baja natalidad nacional y asegurar el pago de las pensiones. Pero unos y otros fomentaron la inmigración de los vagos y maleantes y, España se ha convertido en tierra de promisión para los delincuentes, prostitución, bandas criminales, mafias de todo orden y, hasta se ha dado prioridad a sectas satánicas y destructivas que no ocultan sus intenciones de exterminarnos con   nuestros propios recursos. Luego ha salido ese partido “identitario” con el jefe, un  iluminado paranoico, sin preparación alguna ni en lo moral, ni intelectual, ni en lo humano, que lo único que esta provocando es que los inmigrantes decentes que están creando riqueza, que ocupan ese vacío de los nacionales que es ocuparse de los ancianos por cuatro perras, se regresen de motu propio asqueados de un país enloquecido. Un país que en vez de reconocer los errores que le han conducido a esta desesperante situación, buscan en los extranjeros el chivo expiatorio. En este país donde ya no queda ni capacidad para el raciocinio, se etiqueta por igual al inmigrante trabajador, honrado, incluso con niveles morales superiores a los nuestros, con aquellos que han venido a saquear. Al final acaba siendo peor el remedio que la enfermedad. Los que hacen falta para lo ya citado, se van o los repatrían. Los delincuentes, pandilleros y mafiosos, esos se quedan. Esto por hacer café para todos en vez de revisar persona por persona. Otra de las diatribas es que si se quedan sin trabajo se tienen que echar. Con esta filosofía hemos llegado al aborto, como la circunstancias de la madre no son lo más apropiadas. Con los ancianos, como ya o son productivos se les da una patada y se les deja en una residencia. Como los animales que se regalan por Navidad y Reyes tienen sus necesidades se les abandona en una carretera. Menos mal que esa línea de pensamiento no ha arraigado en Hispanoamérica, porque si no habría más de regreso que de ida, sin ir más lejos mis primas de Argentina todas en el paro ya deberían de haber regresado. Al final en España solo quedara lo peor de los nacionales y de los extranjeros. Yo sostengo que habría que expulsar a todos aquellos que con su religión son incompatibles con nuestra cultura, los que no producen ni oficio ni beneficio; traficantes de drogas, prostitución, esclavizan, mafias, especuladores, okupas, terroristas y toda gente de malvivir. 

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