Falleció el director, guionista y cineasta D. Luis García Berlanga. No cabe duda de que ha sido único en su género y ha dejado un buen legado a la cinematografía nacional. Admiro su cáustico humor. En estos días se ha dicho todo sobre el y, mi aportación valorando su maestría carecería de valor. Aunque sea insignificante quiero aportar algunas cosas que de niño me impactaron de Berlanga.
Tenía 13 años y durante una temporada tuve que aportar un sueldo a casa. Trabaje en una floristería cuando el Sr. Berlanga acudió a Manresa para convertirla en plato de la película Placido. Fue todo un acontecimiento que aún hoy perdura. Se han editado videos sobre la Manresa de Placido, pero echo de menos algunas anécdotas y curiosidades que quiero abordar.
Tuve que acudir en la Vía San Ignacio para llevar al rodaje una corona fúnebre que serviría para una de las escenas. Acudí tenso y nervioso porque nos retrasamos. Jamás había presenciado el rodaje de una película y, cosa de crios, tenia la imagen de las personas de cine de que eran más o menos santos. ¡Santa inocencia! El Sr. Berlanga me recibió con toda clase de exabruptos y tuve que depositar la corona en el carruaje mortuorio que servia en la escena y que en estos momentos estaban ensayando. La gente pensó que estaban rodando y que la escena de depositar la corona por mi parte formaba parte del guión. Luego me quede a presenciar el rodaje entre cientos de paisanos que lo vivían intensamente. Me choco y casi traumatizo el lenguaje vulgar y los insultos que profería a voz en grito el señor Berlanga. Ahí ya descubrí de que no era ningún santo.
Tampoco se ha escrito ni escuchado nada, sobre una caravana de prostitutas del barrio chino de Barcelona que montadas en coches descapotables y con la vestimenta de estas que no ocultaban su condición, esperaban su momento de gloria para participar en la película. Luego seria comentario en todos los puestos de trabajo, bares, tiendas y demás locales públicos, la que se monto con la presencia de las meretrices. Alojadas en pensiones, en ellas había corros de hombres (decían) para hacerse con sus favores, lo cuál en aquellas fechas fue todo un escándalo.
Pero hubo más. En otras escenas participaban ancianos, montados en camiones descapotables, a pie derecho aguantaron largas horas para el rodaje. Se da la casualidad que entre ellas estuvo mi abuela y, luego nos contó que la mayoría de abuelos acabaron meandose y defecando en los camiones, porque no podían aguantar sus incontinencias. Tenían que vestir de riguroso invierno y creo que aún estábamos en otoño, con lo que al mediodía sudaban tinta. No recuerdo lo que cobraron los pobres abuelos, pero la mía se arrepintió de haberse prestado a ello.
Para acabar, como dije antes, trabajaba en una floristería y la dueña me entrego una factura de los gastos florales de la película, tuve que ir a cobrarla en el Casino donde el Sr. Berlanga tenía su cuartel general. El en persona me atendió. Me hizo dejarle la factura que estaba firmada como cobrada y que al día siguiente regresara a cobrarla a la misma hora. Al día siguiente la dueña me echo una bronca por haber entregado una factura cobrada sin cobrar. Era la primera vez que cobraba una factura y por tanto yo que sabía su importancia, entonces aún éramos niños. Fui por la noche a cobrar y me dijeron que se habían marchado todos a Madrid, así que me quede sin cobrar. La dueña me hizo pagar la mitad de aquella factura, el equivalente a tres meses de trabajo sin cobrar. Luego supimos que mucha más gente se había encontrado en la misma situación. Así que muy a mi pesar, me convertí en un anónimo accionista de Placido, película que jamás fui a ver y mucho menos en el estreno. No la vi hasta que aparecio en video y, es francamente buenisima y no pierde actualidad.
Como podrá adivinar el lector, no he sido nunca fan del Sr. Berlanga, pero si de su obra cinematografica que es distinto. Recuerdo que he leído que en una ocasión el Caudillo le dijo al Sr. Berlanga esta frase:”es usted muy buen director y un mal español”. Con eso ya solo me queda desearle que descanse en paz y lo digo de corazón.
Gracias Emilio por contar la verdad de éste SEÑOR.
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