Mis padres Angel y Juana |
Prosigo con mis relatos. Como quedo narrado, esos dos años
de postración, mermaron mi capacidad de retentiva y, quizás con mucho esfuerzo
hubiese podido sacar el bachillerato, pero tire la toalla y, quise ponerme a
trabajar.
Trabaje durante unos meses en una floristería, el trabajo
era duro porque no descansábamos más que los domingos por la tarde, había días
que trabajábamos hasta 12 horas. Llevando ramos a los domicilios ganaba un pastón.
Todo me lo gastaba en pasteles. Tenia el hígado inflamado, vomitaba, pero no podía
evitarlo. La dueña me controlaba y, una vez la vi venir de frente y me metí en
una escalera, ella debió verme porque se metió en esa escalera y me atrapo con
la boca llena, me dio dos sonoras bofetadas. Hoy estaría encarcelada por ello y
pagando una fuerte indemnización. Pero entonces mis padres agradecían que se
comportara como una madre. Luego trabaje un año de aprendiz de electricista en
la fundición en que trabajaba mi padre. Lo pase muy bien con los electricistas
Ramón y mariano, de los cuales aprendí a hacer motores, timbres y, todo aquello
que se me antojaba. Pero mi pasión era la radio y, quería ser técnico de radio
y televisión.
Con mi flamante magnetofón Ingra |
Ya cumplidos mis trece años, colaboraba en la emisora
parroquial de San Vicente de Castellet (COPE 40). Era el benjamín. Acudía los
domingos a misa de 8 en la Santa Cueva,
almorzaba a las 11 horas y, a las 12 horas tomaba el tren de Manresa a
Barcelona. La emisora se sintonizaba bien en Manresa y, mis padres siempre
atentos a ver si aparecía mi voz. Ya mi padre me había regalado un aparato magnetófono
INGRA que solo había siete en mi ciudad,
en aquella época costo 4.200 pesetas. Con el y, el tocadiscos de mi amigo Miguel,
en casa hacia mis “programas de radio, cuñas publicitarias..” Y, no se me daba
mal. Mi oportunidad vino por la tragedia
de las inundaciones de Tarrasa en el año 1962. En todas las emisoras
comerciales de día y noche realizaban cuestaciones para los damnificados. Así
que pedí permiso en un comercio del paseo de Manresa para conectar el magnetófono
y, empecé a hacer una cuestación
entrevistando a los donantes.
Creo recordar que reuní 2000 pesetas. Y, el
domingo fui a la emisora con la cinta y las 2000 pesetas. Se difundió la cinta
y, a partir de ahí mi voz empezó a salir en el aire. Iba a un pabellón de básquet
donde los festivos hacían baile con música en directo y, desfilaban los mejores
cantantes del momento. Así conseguí entrevistar al ídolo del momento José
Guardiola. Años más tarde lo encontraría
en Oviedo y, recordaba que un crío le hizo una entrevista. Debo confesar que me
costaba Dios y ayuda para trasladar el magnetófono, era en formato de maleta pero pesaba 14 kilos
el condenado, más luego largos cables porque no era fácil encontrar un enchufe
a mano.
Mi madre unos meses antes |
Por fin vi mis sueños cumplidos que la mejor empresa de electrodomésticos
(Radio Escalé) me aceptaran como aprendiz en el taller. De entrada y, sin que
nadie me enseñara, reparaba batidoras, planchas, molinillos… Ya estamos en el
año 1962 y, perdí a mi padre. A la semana mi madre que estaba embarazada empezó
a sangrar, la lleve a la Clínica
San José y, como los cambios de la cartilla de sanidad se
estaba gestionando para el cambio de nombres, las monjas no la admitían a menos
que tuviese un avalador. Estaba sentada en un sofá con un charco de sangre, se desvaneció
y, entonces arme la gorda. Empecé a chillar como un poseso, a dar patadas e
insultar a las monjas que no me podían parar. Un medico al escuchar aquellos gritos mezclados de llanto acudió al
lugar, le explique lo que pasaba y, ordeno llevarla al quirófano ya. Tuvo un
aborto debido a la tragedia de mi padre. Pero sobrevivió por los pelos, si no
hubiese montado aquel circo estaría muerta. Tenía 15 años y, mi hermana 10. La
familia ni estaba ni se le esperaba. Me convertí en el cabeza de familia. Tenia
que cuidar de mi madre, hermana, comprar, cocinar y, trabajar. El dolor me
embargaba. Suerte que mi padre tenia ahorradas 10.000 pesetas y, la caja de
ahorros se presto a darnos ese dinero sin su firma, esto alivio los primeros meses. Nos metimos en
pleno invierno y, entonces funcionaban lo que se denominaban las estufas económicas,
que tenían fogones y horno y, funcionaban con carbón. Ya por entonces teníamos
un fogón de petróleo para cocinar que era lo último y, acababan de aparecer en
el mercado las primeras estufas de gas butano. Mi empresa se porto muy mal, no
asistieron ni a los funerales, ni se brindaron para nada. Así que me fui a la
competencia y compre una estufa de gas butano que era de hierro colado,
chiquita y fea, pero jolin como calentaba la puñetera, estábamos en la cocina
como en la gloria. Me dieron facilidades para pagarla en tres meses y, esa
estufa aun se conserva en el cuarto trastero, la teníamos un cariño que pasados
los años, hablábamos de ella y se nos caían las lagrimas. Nunca hemos dado
tanto valor a nada como a esta estufita.
Yo seguía reparando pequeños electrodomésticos a la espera
de pasar al taller de la radio y televisión. Cada vez que un cliente venia a
traer un aparato o recogerlo tenia que atenderle yo en el mostrador de la
tienda y, el jefe un día me dijo que mi futuro estaba en la venta no en el
taller y, me ofreció el doble de sueldo si aceptaba el cambio, cosa que no dude
ni un segundo, pues tenia que cuidar de mi madre y hermana y, eso lo merecía
todo. Se arreglaron las prestaciones de viudedad y orfandad y, empezamos a
levantar cabeza. Volvimos a comer carne. Tengo que decir que desde que tengo
uso de razón en mi casa se comía carne todos los días y, mi padre era peón de
fundición. Me afilie a la O.J.E.
y, ahí empezó una nueva vida para mi. Continuara….
Te comportaste como un gran valiente.La vedad te admiro.Dios te siga bendiciendo.
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