Con el advenimiento de la diosa democracia a nuestro país, contemplo unos cambios que se adivinan apocalípticos. El comportamiento animal ha sufrido una transformación espantosa. El hombre se comporta como autenticas bestias. Ya no queda un ápice de sensibilidad, ya nada, ni nadie, conmueve, ni despierta conciencias. Es aterrador el cambio que ha transformado a los hombres en autenticas bestias. Lo peor de todo es que ese “virus” afecta por igual a toda la humanidad, sin distinción de razas, sexos o pueblos.
Hasta hace unas décadas, cada nación tenia su propia idiosincrasia. Había de todo a lo largo y ancho de nuestro planeta. Unos regimenes y unos gobernantes de los más variopintos colores. Pero he aquí, que ese diabólico sistema mal llamado “democracia”, se ha impuesto en todo el orbe a sangre y fuego, y ningún rincón de la tierra escapa a ese sistema que pudre todas las conciencias. Los gobernantes que en teoría eligen los pueblos, son de lo peor que ha habido nunca. La verdad es que no hay donde elegir. Al final dos partidos mayoritarios se disputan el poder, sin que entre el uno y el otro haya diferencia alguna. El resultado del sistema es la locura colectiva.
Se acabaron las conquistas sociales y el estado de bienestar. De momento algunas instituciones de la Iglesia, palian el hambre, pero ya se han desbordado ante la demanda. Desde el más humilde de los trabajadores, hasta empresarios con éxito, se han visto despojados de todo y durmiendo en las calles. Las injusticias son escandalosas. Ya nadie tiene nada seguro. Las familias se descomponen. El divorcio, el aborto, los malos tratos y el abuso, se extienden como una mancha de aceite. Nadie aguanta a nadie. Es el todos contra todos. Ya no hay capacidad ni para exhibir el descontento en las calles. Nos gobiernan cuatro desaprensivos que no ocultan su ostentación, derroche y despilfarro, y la corrupción se halla institucionalizada. Ya nada escandaliza.
Se percibe por el estado de animo de las gentes que estamos ante una tragedia humana nunca antes conocida. Se predicen los peores augurios y, todo el mundo lo da por hecho de que vamos hacia un suicidio colectivo.

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