De Francesc Cambó se ha dicho que fue el principal y más
inteligente político español hasta la guerra civil; también que fue el mayor
político catalán hasta el siglo XX.
De buscar la autonomía de Cataluña a buscar dinero para el Ejército
español. Así se puede resumir, muy brevemente, la vida de Francesc Cambó, quien
fuera fundador de la “Lliga Regionalista”.
Aunque en plena II República española, lo que hoy es ERC, gritaba la
consigna de “Visca Macià! ¡Mori Cambó!”. Ahora imaginémonos algo: qué Cambó
resucita!
Se encontrara a sus descendientes reclamando la independencia de Cataluña,
juntos con los dirigentes y militantes de Esquerra Republicana, el mismo
partido que en los años 30 no ocultaba su deseo de verle muerto.
Seguramente Cambó, volvería a hacer lo mismo que hizo en 1936: tratar de
convencer a la burguesía catalana de que había que apoyar una solución de
orden.
Cambó, como el resto de la burguesía de Barcelona, apoyó el pronunciamiento
del capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, en 1923,
para acabar así con el “pistolerismo”.
Tampoco le desagradó el advenimiento del régimen republicano, porque esperaban
la concesión de una amplia autonomía. Pero, a medida que las huestes de Lluís
Companys y, Josep Dencás se apoderaban de las calles y las
urnas. Y la izquierda española se radicalizaba, los burgueses de la “Lliga
Regionalista” se olvidaron de sus antojos catalanistas.
La sublevación militar contra el Gobierno del Frente Popular en julio de
1936, no le pilla desprevenido, ya que el político se encontraba a bordo de un
crucero en su yate Catalonia en el mar Adriático,
inmediatamente tomó partido por los generales rebeldes.
¿Estaba Cambó al tanto de la conspiración? El ABC de Madrid, ocupado y
controlado por la UGT, publicó el 31 de julio de 1936 un breve sin firma y de
tono supuestamente irónico en el que se decía: “Días antes de producirse el
movimiento faccioso, el secretario general de la Lliga trasladó a Londres
algunas de las obras de arte de su propiedad, valoradas en siete milloncetes de
pesetas. En seguida, Cambó se embarcó en su yate ‘Catalonia’, acompañado del
consejero regidor del Ayuntamiento de Barcelona, Javier Calderó, y, según
nuestros informes, deben estar en pleno Adriático”.
Uno de los estudiosos de la figura de Cambó, Borja de Riquer (hijo de un
requeté catalán que prosperó en el franquismo), recuerda que Cambó respondía
así a quienes le preguntaban qué hacer en la guerra: “Los que estén en edad
militar, que se alisten; los que no, que den dinero”.
Dinero para "ajudar el triomf de l’exèrcit"
En la biografia de otro “regionalista” Ferran Valls i Taberner(Diputado
de la “Lliga”) titulada: “Un politic per a la cultura catalana” (Ariel,
Barcelona, 1970), el biógrafo da a conocer una carta que Cambó le envía el 15
de septiembre de 1936, en ella Cambó pide a Valls que busque dinero entre sus
amistades catalanas, incluso divisas (francos, libras y liras), para "ajudar
el triomf de l’exèrcit".
Cambó incluso señala objetivos, la familia Larrañaga, que vive
en Montecarlo, con casi toda su fortuna fuera de España; le pregunta a Valls si
la conoce y le pide que haga una gestión para que hagan "un donativo en
relación con su fortuna". Indica que el dinero debe enviarse al
embajador (de España en Francia) Dn. José Quiñones de León si
se trataba de francos franceses; a este diplomático, representante oficioso de
los nacionales en París, Cambó le había entregado ya 10.000 libras esterlinas.
Y añade que si Valls consigue algún donativo se lo comunique para que él a su
vez se lo diga "al Govern de Burgos".
La carta contiene insultos a artistas como Pau Casals y
Lluís Millet, a los que califica de “exemples de covardia” por
elogiar a los anarquistas de la FAI, que entonces mataban y
saqueaban.
Cambó era uno de los hombres más ricos de España y dio mucho dinero al
bando Nacional: montó un aparato de
propaganda en Francia, organizó servicios de espionaje (para lo que contó con
el periodista Josep Pla, el mejor escritor en lengua catalana del
siglo XX) y hasta una red de sobornos para rescatar a amigos suyos presos en
las cárceles de la Generalitat de Lluís Companys, de Esquerra
Republicana (ERC), su gran enemigo en el catalanismo.
Fue Cambó quien organizó en Francia el más completo y eficaz sistema de
apoyo político y cultural a la causa de Franco, a la que dedicó todas sus
energías y una buena parte de sus grandes recursos económicos. Pagó con su gran
fortuna el establecimiento en octubre de 1936 de una oficina de propaganda y
prensa en París, cuyo presupuesto mensual se calculó en 140.000 francos, a fin
de elaborar un boletín de información para contrarrestar el del Gobierno
de Valencia y sus simpatizantes socialistas y comunistas. Ese boletín,
que se enviaba a periodistas, intelectuales y políticos, tenía un tiraje de más
de 70.000 ejemplares mensuales en 1938.
A éste se unió la revista quincenal Occident, en la que
escribieron los más prestigiosos intelectuales españoles de la época, como los republicanos
desencantados José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y
Ramón Menéndez Pidal, junto con otros como Manuel Machado y Manuel de Falla.
Con ese dinero recaudado por Cambó se pagaron las armas y los soldadas del
Ejército que el 26 de enero de 1939 entró en Barcelona (antes que en Madrid),
sin que nadie le opusiese resistencia.
Ciertamente, no es mucha casualidad que Cambó pusiese mar de por medio poco
antes de la sublevación. Lo cierto es que su exilio voluntario le salvo de una
muerte segura en Cataluña.
El domicilio de Cambó fue saqueado por las turbas anarquistas, su
mobiliario acabó arrojado a la calle y quemada su biblioteca.
Pese a su colaboración con el bando sublevado, Cambó jamás regresó a España
una vez acabada la guerra, a diferencia de otro famoso financiero que entregó
dinero a los nacionales, como fue Juan March.
Murió en Buenos Aires en 1947. La razón de este peculiar exilio la explica
también Solé Tura: “Es cierto que entre algunos militares sublevados y
falangistas Cambó no gozó de mucho predicamento. Muchos de ellos
desconfiaban de él porque lo conocían como un nacionalista catalán y lo veían
como un oportunista”.
Incluso, se llegó a afirmar que el apoyo de Cambó a Franco contribuiría a
reducir las represalias de éste contra Cataluña al terminar la guerra.
Sea como fuere unos y otros coincidían en un mismo objetivo: “aplastar
a la izquierda, como requisito indispensable para organizar el futuro de España”.
Curiosamente en 1997, en las conmemoraciones del cincuentenario del
fallecimiento de Cambó, se ocultó por completo su colaboración con los
militares sublevados en contra del Frente Popular
Y ahora los descendientes de Cambó, tanto ideológicos como familiares,
están en la revolución, haciendo posible que Esquerra vuelva a ser el partido
más votado de Cataluña.
Hay que se niegan a aprender historia.
Martin Nieto
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