Muchos se escandalizaban
que mis post, de hace varios años, fueran tan catastrofistas. Pero por desgracia, mis más negros presagios
se han dejado de cumplir. Alguno de mis
lectores (por correo) han tenido el valor de reconocer mis aciertos. Los más,
su orgullo les impide hacerlo. Precisamente el orgullo malentendido, es una
de las lacras de nuestra sociedad, entre otras muchas y, en vez de corregirse,
van aumentando las dosis.
El peinar canas, da la autoridad moral del hombre de
experiencia. Vivimos bombardeados por lo políticamente correcto. Ni en la Alemania
nazi, el lavado de cerebro había sido tan brutal como en los momentos
presentes. Los intelectuales, hombres de ciencia, eruditos… Van de tertulia en tertulia, afirmando una
suerte de diagnósticos y, tratamientos que, el tiempo les quita la razón. Pero
ni ellos, ni mucho menos los políticos, son capaces de admitir sus errores y,
enmendarse. La juventud ya nace con un móvil
en el vientre de su madre. Con manejar
las nuevas tecnologías, se endiosan y, pierden todo contacto con la
realidad. Los de mi generación, siempre
admiramos a nuestros padres y, abuelos porque de ellos obteníamos esa sabiduría
que solo se transmite de forma oral y, con los hechos. Antes, tres generaciones compartíamos los
mismos gustos por la música. Ahora entre la juventud hay quienes ni eso pueden
compartir.
La juventud de mi época. Salíamos de las escuelas e
institutos, mucho mejor formados que en el presente. Cualquiera con una
enseñanza elemental de la época, no cometía las faltas de ortografía que hoy
cometen infinidad de profesores. La enseñanza carece de toda clase de valores.
Al contrario. Entre la supresión de los cursos de religión, la imposición de todo
aquello que, desde que el hombre es hombre, había sido moral y éticamente anormal,
ahora es impuesto, para envilecer al género humano. La crisis es planetaria y, obedece
a las mismas premisas. Las nuevas tecnologías, hacen posible que la decadencia
del mundo occidental, penetre hasta la última aldea del planeta. Hoy un crio de
doce años, es un maestro manejando las nuevas tecnologías y, con un móvil en la
mano, ya se cree el rey del universo.
A título de ilustración. A partir de los años sesenta,
quienes de verdad mueven los hilos del mundo, decidieron que el aborto era un
derecho de la mujer y, no han parado hasta hacer legal, lo que es el más horrendo de los crímenes. Hoy, envilecidas las masas con masivos
lavados de cerebro. Han conseguido que la propia madre, en su seno materno se
cometa este horrible crimen como lo más natural del mundo. Que hacerlo resulte
un signo progre, cuando es una vuelta a la época de las cavernas. Conseguido
esto, la violencia, el matar, no es más que una continuidad. Luego para que la
violencia arraigue, se crean los “derechos humanos” que solo alcanzan a los más
inhumanos y, que acaban con la más elemental tranquilidad del hombre de bien.
Todo mal se justifica. Y, así llegamos al caos, de ver a terroristas en la
calle, en las instituciones y, consiguiendo todos sus fines. Así hemos llegado
al punto de que no hay relevo generacional y, las pensiones a nuestros
ancianos, no hacen más que menguar hasta su desaparición. Por que las
condiciones para ser receptores en un futuro de una pensión, son para la
inmensa mayoría inalcanzables.
El sistema del que nos hemos dotado para regir nuestras
vidas. La “democracia”, es lo más alejado de esa palabra y, todo se reduce a ir
a votar a unos desconocidos cada cuatro años. Gente que piensa, procede y actúa,
más parecido a una mafia que a unos servidores públicos. Ellos deciden sobre
nuestras vidas en base a unos eslóganes vacios de contenido. Esas castas políticas, generan los problemas
primero, para luego brindarse como solución. Ahí están los separatistas que no
han reparados en mentiras, calumnias, falsificaciones de la Historia, para
atraerse a un puñado de imbéciles de los cuales servirse para sus propios intereses.
El papel de la mujer actual, con esas consignas de que debe
de realizarse profesionalmente, está ocasionando un costo inasumible a esta
sociedad. Para que una mujer pueda ganar
mil euros al mes, tiene que dejar a sus hijos en guarderías y, a los abuelos en residencias que pagamos
todos. Es el cuento de la lechera. Gana mil euros, pero gasta en guarderías y, residencias,
tres veces más de lo que gana. El negocio de Roberto y las cabras. Mejor sería
que el Estado retribuyera con esos mil euros a la mujer que gastarse tres mil.
Los niños crecerían con los cuidados, mimos y atención de una madre y, los
abuelos consumirían sus últimos días en el calor de un hogar, rodeado del
cariño de los suyos y, no en esos anticipados cementerios que son las
residencias.
En mi juventud, con cualquier cosa éramos felices. Gastábamos
muy poco. Lo importante era compartir unos lazos de sana amistad con los
amigos, yendo al cine, bailes con música
en directo, meriendas y, el famoso guateque los fines de semana, sin deambular
a altas horas de la madrugada. Nuestros caprichos nos los ganábamos trabajando.
Ahora nuestra juventud esta totalmente enferma, desgraciada y, sin más norte
que buscar una alegría durante días y noches enteras que no alcanza. Es tan desgraciada que se ve forzada a
consumir alcohol en grandes ingestas, drogas de todo tipo, moto o vehículo para
desplazarse y, acabar en esos tugurios llamados discotecas, donde no se puede
establecer una relación de dialogo, con esos sonidos aberrantes que los
ensordece y, esas luminarias que los ciegan.
Ya no saben mantener un dialogo entre los de su propia edad y, acaban de
despedirse y, ya se tienen que comunicar a través de mensajes, con textos
abreviados y, cambios de consonantes que les convierten en analfabetos profundos.
Las consultas psiquiátricas están llenas de niños y, adolescentes que estarán tocados
para siempre.
En mi juventud nunca conocí de un caso de alcoholemia,
drogadicción, de violencia contra los padres, profesores o alumnos
compañeros. Hoy no respetan nada, ni a
nadie. No se conforman con ganarse con su trabajo, esos artilugios de las
nuevas tecnologías. Si para tener el último modelo hay que robar, se roba y,
muchas veces se mata gratuitamente.
Todos quieren vestir de marca y, estar a la última moda en tecnología. A cualquier precio.
Pero el materialismo, egoísmo, corrupción, envidia, odios…
Ya no es cosa solo de los jóvenes. Se ha extendido a todas las generaciones. Se
abandonan y maltratan a los animales de las formas más crueles que el ser “humano”
hubiese podido concebir. Ya no hay
compasión por nada ni por nadie. Y, los
grandes culpables son los políticos que, han trasladado sus más bajos instintos
a la sociedad. Gente que no es modelo ni
referente alguno. Sin embargo ellos conducen a la sociedad a sus más abyectos
instintos y, exigen que lo que fue malo desde que el hombre es hombre, acabe imponiéndose
como normal. Mientras se hace escarnio de todo aquellas virtudes que han
acompañado al hombre desde el principio; lealtad, amor a lo divino y humano de
la vida, el honor, sacrificio, heroísmo, abnegación, patriotismo, honradez,
honestidad…. Ahora más que nunca, el hombre tiene que depositar su fe y su
confianza en Dios. Pero ni eso puede. Por que las fuerzas del mal están desatadas por políticos y gobernantes. Y, lo peor de todo, es que el “humo de Satanás
ha penetrado en la Iglesia” que diría Pablo VI y, ahora el nuevo pontífice ha
terminado por descender al nivel de la calle, en vez de poner a la calle al
nivel de la Iglesia. Ya no hay ese cura de pueblo, con sotana desteñida que acogía
a su feligresía, intercedía, ponía paz, daba ejemplo y, reconfortaba los espíritus.
No tengo la menor duda, de que la humanidad se encamina a un
suicidio colectivo. Por más que se empeñen nuestros políticos y, gobernantes en
querer darnos esperanzas. El mundo ya no tiene salvación posible. La paciencia
de Dios, ha rebosado todos los límites, la tierra esta ensangrentada de cientos
de millones de inocentes abortados, asesinados y, torturados. Ya no hay paz en ningún
rincón del mundo. El género “humano” en vez de desandar el camino, cada
vez aumenta la velocidad hasta el
precipicio. Si Dios esperase mucho más, ya no quedaría ni una alma para
redimir.
A estas alturas no tengo ningún complejo de lo que puedan
pensar ni decir, acerca mío. Lo normal
es estar todo el día rodeado de imbéciles.
Lo sorprenderte es hallar, a alguien que piense, razone y, tenga ideas
constructivas. Esos han quedado relegados al ostracismo. Cuanto más mande, más
grado de invalidez. La codicia, la falta de sabiduría, el egoísmo, esta en
igualdad al grado que ocupen en nuestra sociedad. Su soberbia, acabara como un
boomerang contra ellos mismos. Los imbéciles creen que sus ocurrencias, el daño
que infringen a sus inferiores, no solo les complace su ego, si no que al final
el daño que causan se vuelve contra ellos.
Les dejo con una entrevista al periodista italiano Pino
Aprile, que es la persona que mejor ha expresado lo que es un imbécil: http://emilioutges.blogspot.com.es/2009/10/blog-post.html
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