\\\"Jesús, el Hijo del hombre, el juez último de nuestra vida, ha querido tomar el rostro de los hambrientos y sedientos, de los extranjeros, los desnudos, enfermos o prisioneros, en definitiva, de todos los que sufren o están marginados; lo que les hagamos a ellos será considerado como si lo hiciéramos a Jesús mismo\\\" , ha dicho Benedicto XVI hoy mismo en Benin … ¿Existe algo más sociabilizador que estas palabras?
La actual descomposición de las sociedades occidentales, es proporcional a la descristianización que padecen las mismas. Ello es así porque la fe cristiana, en su reconocimiento de la verdad y del mensaje de amor de Cristo a todo ser humano, resulta profundamente sociabilizadora. Recomponer nuestras sociedades, es la principal tarea a la que estamos llamados los católicos en la vida pública.
Por el contrario, el materialismo y el liberalismo actualmente triunfantes, debilitan y disgregan la sociedad, sustituyendo la espiritualidad cristiana por un estilo de vida de individualista y materialista que tiende sistemáticamente al egoísmo. Se vive como si no tuviéramos alma y en consecuencia, el amor carece de fuerza y fundamento suficiente como para asumir la caridad y el perdón.
La familia natural (uniones de hombre y mujer), verdadera célula base de la sociedad, es un termómetro que nos muestra hasta qué punto el individualismo y el egoísmo se han instalado entre nosotros: Si los matrimonios no perduran, la sociedad tampoco .
Pero la familia natural, aunque aun cuenta con un gran respeto social, está siendo constantemente erosionada desde la política del Sistema :
Cuando los políticos democráticos impusieron el divorcio como un “derecho” a la sociedad, ni tan siquiera respetaron el matrimonio católico, lo que de facto ha significado un empobrecimiento de la sociedad y de los individuos, que se ven privados de la posibilidad de contraer matrimonio indisoluble y además, es una insoportable ingerencia en la jurisdicción de la Iglesia.
También es una agresión al Orden Natural, pues solo las uniones de un hombre y una mujer son fuente de vida y son un bien social, porque renuevan y perpetúan la sociedad. Sin embargo, al legislar otorgando iguales beneficios que a la familia natural a determinadas cohabitaciones sexuales, han desprotegido, desvirtuado y trivializado profundamente el mismo concepto de familia.
Se ha disociado la maternidad del sexo . La infiltración forzada de la ideología de género que los políticos del Sistema han procurado en la enseñanza, a provocado la perversión de la educación y una clara deformación de lo que es la familia y el matrimonio, reducidos a un simple “contrato de exclusividad sexual” entre dos seres humanos… (de momento, pues la poligamia está a la vuelta de la esquina y la zoofilia no queda lejos).
No es de extrañar que los jóvenes , a quienes se les ha ridiculizado desde la más tierna infancia el pudor y la modestia por un lado, y a quienes se les ha exaltado en exceso el materialismo y el libertinaje por otro, se inicien sexualmente a edades cada vez más tempranas y por el contrario, conciban la paternidad como algo ajeno, lejano y pesado . En consecuencia, los egoísmos se imponen al verdadero amor altruista y las parejas se rompen en la medida en que intereses personales cambian: Objetivos personales contrapuestos, una nueva pareja, una chica más guapa, incapacidad de asumir responsabilidades… Una vez más, han sido los políticos del Sistema democrático quienes han empujado a la sociedad a lanzarse por el precipicio del relativismo y del todo vale, que nos lleva inevitablemente a la destrucción de nuestra sociedad.
Ante todo ello y en una sociedad que cada vez niega más la realidad de las cosas, quizás ha llegado la hora de que los católicos solicitemos que el Estado respete el hecho diferencial del matrimonio católico indisoluble. Un matrimonio acorde con el Orden Natural , entregado en el amor, abierto a la vida y fuente de amor paterno-filial. Refundar el matrimonio sobre la verdad y el amor perpetuo y definitivo, es el mejor camino para resocializar nuestra sociedad. En Cruz de San Andrés nos ponemos a ello y animamos a todas las organizaciones sociales a hacer lo propio.
En Cristo Rey
Efrén de Pablos
martes, 22 de noviembre de 2011
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Felipe V, la Nueva Planta: el mito del anticatalanismo
La muerte sin descendientes del monarca Carlos II, deja la península en manos de Felipe V, impuesto al trono español por su abuelo el omnipresente Luís XIV. El recibimiento fue esplendoroso, sobre todo por los catalanes (ya que El Animoso desembarca en Barcelona), fue jurado Rey de España, en primer lugar por las Cortes de Barcelona. Luego las de Aragón y así hasta llegar a Madrid. Esto fue para noviembre de 1700.
Aquí bien podría seguir hablando, de los casi 3 años del gobierno Borbón, o de la guerra que estallo a finales de 1702, cuando llega el Archiduque Carlos, con pretensiones al trono español, ya que ese no es el tema principal, pero si diré que Cataluña se cambia de bando, apoyando entonces al Archiduque Carlos de Austria.
El Archiduque renuncia al trono español y el 12 de octubre de 1711, es proclamado Sacro Emperador. Pero los catalanes, continuaron con la guerra hasta que cayó rendida ante el mariscal I Duque de Berwick, el 14 de septiembre de 1714.
El canciller Rafael Casanova, cae herido, luchando “per la llibertat de tota Espanya”.
En Cataluña se enseña que Felipe V, prohibió la lengua catalana e impuso la castellana (“Història social i política de la llengua catalana”, “Llengua, societat i historia”, etc.) Pero las cosas no fueron de esta manera: con la toma de Barcelona se termina la guerra de sucesión en España, de esta manera se dedica el primer Borbón a las reformas administrativas de sus nuevos reinos.
La nueva constitución de Cataluña, se llama Nueva Planta y rige desde el 16 de enero de 1716. Cartas como estas ya regían en los Reinos de Valencia, Aragón y luego en Las Baleares. Esta Constitución exigía la lengua castellana en los procedimientos de la Real Audiencia.
Así, en primer lugar, si leemos el Decreto de Nueva Planta, sólo encontramos un solo artículo que haga referencia a la lengua, el capitulo 5, que establece “Las causas en la Real Audiencia, se substanciarán en lengua castellana”
Hasta entonces, la lengua de la Real Audiencia de Cataluña no era el catalán, sino el latín.
El Márquez de Lozoya afirma que “las cartas, decretos, peticiones y demás escritos dirigidos a la Real Audiencia, deberían estar escritos en castellano, ya que hasta ese momento, la Real Audiencia, escribía en latín.”
Macelo Capdeferro afirma que “tal disposición no es discriminatoria con la lengua catalana, por la sencilla razón de que, hasta entonces, las causas de la Real Audiencia se habían sustanciado en lengua latina. El latín se había mantenido como lengua oficial, diplomática, cancilleresca, jurídica y científica.”
Este artículo se refiere exclusivamente a la Real Audiencia, un órgano administrativo (para entendernos, la Real Audiencia representaría en la actualidad a los juzgados). No se prohibió en absoluto la lengua en ámbitos culturales, literarios, económicos, jurídicos, familiares, etc.
Pero aquí tenemos que analizar algo: el 7 de junio de 1768, por Real Ordenanza, se prohíbe el latín en la Audiencia. Lo cual demuestra el uso de dicha lengua en la Audiencia después de 1716 a pesar del Decreto de Felipe V. Haciendo necesario una prohibición del latín 50 años después del Decreto de Nueva Planta.
Martin de Riquer afirma que “la introducción del castellano en Cataluña, no empieza en 1716,…se trata de un proceso gradual que empieza en el siglo XV, con la llegada de los Trastámaras a la Corona de Aragón y el establecimiento de la Corte en Barcelona”. Riquer sigue afirmando que “la lengua castellana se expandió con la llegada de la imprenta (la fuerza del mercado literario), ya que el mercado literario castellano fue mas grande que el catalán”
El capitulo 56 de dicho Decreto afirma que: “En todo lo demás, mando se observen las Constituciones, que antes había en Cataluña, entendiéndose, que son establecidas de nuevo por este Decreto…” Según el historiador Ferrán Soldevila, hace notar que: “mientras en Cataluña se establecían instituciones “castellano-borbónicas” la Corona permitía la permanencia de importantes instituciones de la sociedad catalana, por ejemplo: Los Derechos civil y penal, Los Gremios, Los Colegios Notariales y el Consulado del mar. Además se construye La Ciudadela, una fortaleza defensiva, lo único que se suprimieron fueron las obras de intelectuales anti-borbónicos, y la enseñanza en las universidades queda relegada a la Compañía de Jesús, premiando de esta manera a los ignacianos por su fidelidad a la Corona Borbónica durante la Guerra de Sucesión”.
Justifico de esta manera las acciones de Felipe V, ya que no he podido encontrar, el origen de la prohibición felipista al catalán, ni el odio que se enseña del monarca Borbón contra el Virreinato de Cataluña.
Desde Panamá
Martin Nieto
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