martes, 5 de octubre de 2010

¿ADONDE VA EL GENERO HUMANO?

En que mundo vivimos que la gente esta ciega y todo lo mide por la economía. Ya ni siquiera conocemos la cifra de parados, las familias que no reciben ni una ayuda, la gente que se ha quedado literalmente en la calle por no poder abonar la hipoteca, ni la gente que acude a los comedores sociales, ni los que buscan en contenedores algo que llevarse a la boca. Viudas que no tienen ni para lo más básico. Gente mayor abandonada por sus hijos, viviendo en la más completa soledad y los con más suerte en esos precementerios llamados residencias. Listas de espera para hacerse unas pruebas medicas, para operarse y morir en el intento. Los impuestos para los pobres que es el IVA, donde se comen un 18% su capacidad de compra.
Hace ya más de tres décadas que mientras las iglesias iban quedando vacías, otras sin sacerdotes que oficiar, los gimnasios crecieron como setas y donde no faltan parroquianos, obsesionados en que deben de gustar a la demás gente. Claro ¡por fuera! La gente cada vez es más guapa del envoltorio y más vacía por dentro.
Solo se vive de lo material. Hay autentica adoración a don dinero. Hay que aparentar. Tener el mejor piso y coche a ser posible que supere el del jefe y, así nos va que ni los calzoncillos están pagados. Eso tenía que reventar. Entre la codicia de unos banqueros sin moral y escrúpulo ninguno y, unos clientes ávidos por poseer, hemos llegado a esta crisis de la que los que entienden de economía no le ven ninguna solución.
Ya nadie se queja siquiera, queda mal contar las miserias personales y encima se pierden amigos. Es mejor que lo pague la pareja. Los matrimonios no duran la mitad más de dos años. Ya nadie se aguanta. Las familias destruidas. Los hijos creciendo con distintos “padres” que luego en la vida superan esos traumas y se acostumbran a ver quien les da más cosas materiales. Creciendo y viviendo solo de la materia, egoístas y crueles. No les importa que la madre enferma tenga que trabajar para darse el boato de una gran boda. Otros viven de las mujeres separadas que tienen un piso que paga su ex y de paso viven de la manutención de los hijos.
La vida de una persona en estos momentos carece de todo valor, desde las instancias de poder hasta el último de los mortales. Por un euro se dejaría morir a una persona y, son tan degenerados que aun creen que la victima les tiene aprecio. Se ha llegado a un grado de embrutecimiento y degeneración que ya ni siquiera hay consciencia de pecado. Hace años que en la prensa se anunciaba que los españoles que sufrirían algún tipo de enfermedad mental alcanzaría a un 40% de la población. Si tenemos en cuenta que los más locos nunca admitirán que lo están y por tanto jamás pisaran el despacho de un psiquiatra, la cifra se enerva. La cuestión es que los ansiolíticos y antidepresivos se venden por kilos. Y para mi entender el que sufre una depresión es un signo de buena salud, los que me preocupan son los “sanos”. En este contexto de la vida, una persona normal si no sufre depresión es puro milagro.
Ya nada es lo que era. No hay fe, no hay ideales, no hay principios. Estamos en manos de cuatro iluminados que no pasarían un tribunal medico y, lo peor es que aún queda gente que cree en esos falsos mesías. La gente quiere estar  autoengañada. Por más claro que se lo pongan no quiere ver. Frente a un Jesús elegirán a un Barrabás. Lo peor es que eso lo padecen quienes se creen saberlo todo. Ya el mundo solo se mueve por el odio, materialismo, egoísmo y la maldad más cruel y perversa. Ya nadie pone en su vida como referente a la Madre Teresa de Calcuta, si no a la Belén Esteban de turno. Un pueblo que no cree en Dios y sin embargo se entregan a las echadoras de cartas como si fuesen diosas. Una gente que no tiene ya capacidad para el discernimiento. Que crían a los hijos en la miseria del materialismo, que los pisan y encima orgullosas de esos hijos monstruo que han criado, de los cuales solo serán esclavas.
Y, ante toda esa locura colectiva, no surge una sola voz con autoridad que encauce a las ovejas. Por muchísimo menos se han hecho revueltas, revoluciones, golpes de Estado. Ahora ya no hay capacidad de reacción alguna. Solo queda el recurso de contar sus penas en el anonimato de un programa de radio. Ahora cuando el mundo se ha colocado ante el abismo por su egoísmo en suplantar a Dios y legislar contra su voluntad, en vez de rectificar la gente se pone más al lado de quienes lo han llevado a su ruina moral y económica, en vez de rectificar que es de sabios. Así estamos en una sociedad enferma por las drogas, el alcohol, las discotecas, las juergas interminables, el crimen masivo jamás visto del aborto, el divorcio, la egolatría, el materialismo más mendaz, el egoísmo e individualismo suicida, porque de que te sirve ser egoísta con los demás si los demás lo serán contigo. Me imagino que solo cuando les quede unas horas de aliento, en la cama de un hospital viendo que en poco será carne para los gusanos, en estos momentos muchos quisieran poder rectificar cuando ya sea tarde. Verán que sus fantasías de grandeza se reducen a la miseria. Y, ya no cuento cuando tengan que comparecer ante el Altísimo que allí no les valdrán ni sus “amistades” ni sus abogados, porque aunque no crean, allí tendrán que comparecer igual. 

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