El Titanic, inexorablemente se va hundiendo. Los fontaneros siguen colocando parches para cortar las vias de agua. La orquesta sigue tocando, mientras la tripulación va de un lado para otro, sin saber exactamente que instrucciones dar. Los salvavidas están agotados desde hace tiempo. Ya no se sabe que dirección tomar.
A finales de los ochenta, medio mundo se frotaba las manos por la caída del muro de Berlín. Cayó el muro, pero no quienes lo construyeron y custodiaron, esos se cambiaron de camisa y, reflotaron como adalides de la democracia y el progresismo. Lo mismo que antes perseguían, ahora lo imponen a falta de recursos. Ya tenemos el cóctel perfecto, marxismo fracasado con el capitalismo a la deriva. Las dos caras de la misma moneda.
Los gurús de la democracia a la que han elevado a la categoría de los dioses, jugando a dioses paganos. Elevando sus leyes menoscabando las divinas. Ahí están esos rufianes y rufianas, desafiando las leyes divinas que dieron al género humano, el mayor progreso de la Historia. Hemos regresado a la prehistoria, con una sociedad violenta, demencial, codiciosa, individualista que, no repara ni en piedad ni compasión. Todo aquello a que llevo las caídas de imperios y civilizaciones, han vuelto aflorar todas juntas. Pero esta vez la grangena se ha esparcido hasta el último rincón del planeta. Los medios audiovisuales; televisión e Internet, es el medio de contagio que penetra en cada uno de los hogares del mundo y, nadie escapa a ese virus.
Vemos en estos días, como en los países árabes, en el nombre del sistema corrupto, invocan cambiar una tiranía por otra peor y, si no ahí están los salvadores hipócritas con su material de guerra imponiendo la libertad.
El mundo anda dando bandazos, como barco a la deriva, intentando que no se vaya a pique, haciéndole más grietas. Cada día oponiéndose más y más, a los designios de Dios. Quienes nos han llevado a la peor miseria de la Historia, tanto en lo moral como en lo económico, en vez de rectificar, cada vez agrandan las diferencias que tienen con Dios, hasta clamar por la extinción de la especie. Los psicópatas se han abierto paso con sus fáciles mentiras. Pero esta vez, como en el Titanic, no se va a librar ni el capitán del barco. Ya no quedan salvavidas ni para ellos. Esta vez pereceremos todos. No hay ningún libertador que nos pueda rescatar, porque ellos ya se han encargado de eliminarlos y, desprestigiarlos para que nadie se pueda liberar.
Se empezó por la crisis hipotecaria de EE.UU. y, el virus se ha ido extendiendo en todos los rincones del mundo. Todo el mundo habla, comenta sobre la crisis financiera, pero pocos de la crisis moral que es la que ha desencadenado a todas las demás. Mientras son incapaces de resolver la económica, no pierden puntada y, cada vez dedican más tiempo y energías en acrecentar la moral. Así que cada día que pasa, estamos más cerca del fondo del mar. Y, si alguien de buena fe se ha identificado o cifrado sus esperanzas en movimientos “espontáneos”, la han pifiado una vez más. No es más, que lo mismo, pero en dosis de caballo. Quienes mueven los hilos del mundo, muy hábiles para el más ajeno, en su enajenación, se han olvidado que Dios, el creador, esta por encima de ellos y, no escaparan a su propia medicina. Esta vez no se librara ni Lot.
Mientras los desafinados músicos del barco, siguen tocando… “La Patética”.