miércoles, 23 de octubre de 2013

CUANDO FRANCO HIZO DEL INFIERNO EL EDÉN



Me han encomendado que redacte textos acerca de  nuestro Caudillo Francisco Franco.  Con tres palabras que todo el pueblo español entono durante cuatro décadas, podría describir la figura de nuestro libertador.  ¡FRANCO! ¡FRANCO! ¡FRANCO!  Este apellido repetido tres veces, desde lo más hondo del alma de un 94-96 por ciento de los españoles,  se describe a un hombre  por primera vez en la Historia.
Hasta las gentes más humildes e incultas, sabían lo que contenía ese apellido.  El libertador, el salvador, el ungido, el militar, el padre,  el esposo,  el pontífice de la Iglesia,  el Caudillo invicto por la Gracia de Dios, el Estadista, el jefe nacional del Movimiento Nacional, el Generalísimo de los Ejércitos, el padre, hermano y abuelo de todos los españoles.  El vigía y centinela que nos permitía dormir a pierna suelta.  El patriota y, austero soldado que velaba por nuestra seguridad, bienestar y, progreso.  El hombre mejor  asesorado a la hora de tomar decisiones,  sometiéndose al amparo de la Divina Providencia.

En él se daban todas esas virtudes que lo convertían en el hombre de confianza de Dios en la tierra.  Dios fue muy prodigo con el pueblo español, al asignarnos el mejor hombre sobre la tierra.  El buen pueblo español,  sufrió los peores envites  del enemigo de Dios y la Patria. El sufrimiento,  martirio y heroísmo que se desbordo en nuestro suelo patrio. Fue como en ninguna otra nación, bien recompensado por nuestro Hacedor.
La confianza del pueblo en nuestro Caudillo, era total e inquebrantable.  Una fe ciega, sobrenatural planeaba siempre sobre su aura.  Que El Alcázar era día y noche bombardeado, sin posibilidad de avituallamiento. No caía la moral. Que unos soldados quedaban solos en una trinchera, ninguno la abandonaba.  Si viene Franco, aguantamos.  Y, durante tres años largos de interminable espera, como un ángel bajado del cielo, allí llegaba el y, el alborozo  era grande.  Todo sacrificio era recompensado,  cuando marcial, firme y seguro, aparecía el hombre providencial.  Con todo lo que pasaron los asediados de El Alcázar. Cuando el coronel se cuadra a darle novedades, solo atina a decir: “Sin novedad en El Alcázar”. Que importaba los extenuantes sacrificios sufridos, si  ante si tenían al Caudillo. Venció al enemigo marxista en los campos de batalla de buena lid, siendo el primero en derrotar  al gigante bolchevique que, tanta sangre costo.
Y, era normal que todo así sucediese. Por que Franco era hombre sabio y,  conocía nuestra Historia,  siempre regada con la sangre de nuestros mejores soldados.  Conocía e identificaba  a todos los enemigos seculares de España.  Conocía de nuestras debilidades y, por ello al tomar posesión como Jefe del Estado Español, prometiera que su pulso nunca temblaría  y, conduciría a nuestra nación a lo más alto. Y, así fue.  Mientras las luces de nuestros hogares se apagaban y, dormíamos a pleno pulmón, soñando y, haciendo realidad lo que nuestro capitán prometía. La luz de El Pardo se apagaba al alba.
Amo tanto a España que no podía fingirlo. Ni le producía rubor expresar ese amor  que, desde niño encubro en sus entrañas.  Comenzó a aplicar el ideario político de nuestro primer caído. José Antonio y, lo hizo con la convicción de que era lo que requería España. Así las conquistas sociales del franquismo fueron las más avanzadas del mundo entero.  Nunca miro por su bienestar, si no el de los más débiles y, puso en marcha la maquinaria para convertir a nuestra nación en la octava potencia mundial. Creo industrias de interés nacional que, a la vez crearían  a su sombra otras muchas. El progreso era evidente y, el mundo lo reconoció hablando del milagro español. Pronto pasamos de la alpargata al seiscientos,  de la hambruna a la dieta saludable.  Las pagas extras de Navidad, 18 de Julio y vacaciones, nos convirtió en el país más remunerado para el productor.  Los enemigos de España que no habían encajado nuestra victoria, nos declararon el boicot internacional, se fueron los embajadores y, a los pocos años regresaron los embajadores, los que venían no eran los mismos, pero quien lo esperaba era el mismo. En nuestro país recalaron todos los presidentes de EE.UU. y, de todos los continentes.
Franco solo se debía a España y, al bien de todos los españoles. Nunca participo de intrigas y guerras que los vencedores impusieron. Evitando por ello el sufrimiento de combatir en la II Guerra Mundial. Franco nunca jamás tuvo complejos, ni se arrodillo y claudico ante las potencias del momento. Hizo gala de abrazar el falangismo, usando la camisa azul, El Cara Al Sol como himno nacional y, el brazo en alto que tanto escandalizaba a Occidente.  Como tampoco le importo esas demostraciones de su religiosidad, arrodillándose en plena calle sosteniendo la cruz de Don Pelayo o entrando en los templos bajo palio, por que la Iglesia de entonces no contaminada por el progresismo, sentía en el, al ungido que de la mano de la Divina Providencia salvo a la Iglesia de aquel holocausto y, a la Patria de las garras del mismísimo diablo.

Franco no es comparable a ningún otro gobernante de la Historia. Ningún otro concito la adhesión de todo un pueblo. Como ningún otro, después de 38 años muerto, recibe cada 20 de Noviembre     el tributo de lealtad de su pueblo.  Franco es España y, en los últimos años, ante la orfandad de la Iglesia, de facto se convirtió en el pontífice de la Iglesia española. Murió con párkinson y, sin embargo nunca le tembló la mano como prometió. Así que cuando todo el pueblo español, espontáneamente aclamaban al Caudillo, con el grito de ¡FRANCO! ¡FRANCO! ¡FRANCO! Entendían más y mejor de lo que me he expresado, lo que fue el mejor estadista del siglo XX.

sábado, 19 de octubre de 2013

MI REPLICA A ESTE ARTICULO: ELEVANDO A LOS ANIMALES, REBAJANDO A LOS HOMBRES

Poseer animales domésticos y tratarlos bien es una costumbre inmemorial, sobre todo tratándose de perros. Es claro que no se debe someterlos a sufrimientos sin razón proporcionada. Nadie es contrario a eso.
Sin embargo, una moda inducida e irracional ha llevado a mucha gente a colocar a los animales en un nivel superior al de los humanos, lo que es desbordar el sentido común, pudiendo llegar a ser pecaminoso, pues contraría la jerarquía establecida por Dios en la Creación.
La Sagrada Escritura es muy clara al respecto. Dios dijo al primer matrimonio: ” Llenad la tierra y sometedla. Dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los animales que se arrastran sobre la tierra”. (Gen. 1,28).
Además, el Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por Juan Pablo II, determina: ” Dios confió los animales al gobierno de aquel que fue criado a Su imagen (el hombre). Es, por lo tanto, legítimo que nos sirvamos de los animales para la alimentación y para la confección del vestuario. Podemos domesticarlos para que sirvan al hombre en sus trabajos y descanso. Los experimentaciones médicas y científicas con animales son prácticas moralmente admisibles, si no traspasan los límites de lo razonable y contribuyan para curar o ahorrar vidas humanas” (2417).
* * *
Sin embargo, el infausto proyecto de Código Penal, que está siendo analizado en el Senado brasileño, llega a imponer penas mayores al abandono de un animal que al abandono de un niño. ¿Locura? ¿Desvarío? Mucho más. Es parte del proceso de rebajamiento de la naturaleza humana, actualmente en curso.
(…) La Comisión de Constitución y Justicia de la Cámara de Diputados aprobó recientemente un proyecto que establece castigos increíbles para los hombres en el trato con perros y gatos. Las penas son severas.
Así, quien mate un perro o un gato va a la prisión por el plazo de cinco a ocho años. Y el régimen de reclusión es el más estricto, reservado para crímenes graves, en los que el criminal no tiene posibilidad de un ablandamiento en un futuro próximo. ¡Es inimaginable que alguien tenga que purgar ocho años tras las rejas porque mató a un gato! Pero hay más.
Si la persona mató al perro para evitar el contagio de alguna enfermedad transmisible a los humanos, necesita probar de modo “irrefutable” que no existía un tratamiento posible para el animal. Sino consigue probar esto, su pena aumenta entre 6 y 10 años. El mismo aumento de pena se aplica si el can o el felino fuere muerto con veneno o algún medio cruel.
Pero no es sólo matarlos. También si deja de prestar asistencia o socorro al perro o al gato que correr peligro grave en las vías públicas, así como en las propiedades privadas, corresponderá una pena de 2 a 4 años de detención.
Tampoco se podrá dejar al animal amarrado con una cuerda o cadena para que no huya de la casa ni ataque a nadie: prisión de 1 a 3 años.
Imagen de Fátima que lloró milagrosamente en Nueva Orleans, en 1972
En necesario aún proporcionar una alimentación adecuada al animal, puesto que exponer la salud del perro o del gato equivale a una prisión de dos a cuatro años.
Si el agente es propietario o responsable por el animal, todas esas penas serán duplicadas: ¡16 años de prisión porque mató a un gato!
* * *
Esa equiparación, o aún preferencia del animal en relación al hombre constituye un rebajamiento irracional de inconcebible de la naturaleza humana, ya que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Rebajarlo de esa forma es profanar la imagen de Dios, es ofender al Creador. ¿A quién le gustaría que la imagen de su propio padre fuera rebajada a nivel de un perro? ¡Esta ofensa al Creador es una de las razones de las lágrimas de la Santísima Virgen!
Gregorio Vivanco Lopes é colaborador da Agência Boa Imprensa (ABIM)

MI REPLICA A ESTE ARTICULO:

Es bien evidente que el autor de este articulo, siente menosprecio por los animales.  Lo lamento.  La mayoría de sus planteamientos los comparto.
Soy un amante de los animales y, cualquiera que entre en mi blog podrá verificar que,  intento ser consecuente.  Advertí  que muchas defensoras de los animales,  a la vez son proabortistas, lo cual repudio con todas mis energías.  Es evidente que muchos animalistas,  ponen a nuestras mascotas en un nivel superior a los humanos, lo cual escandaliza. Que unas autoridades legislen unas leyes tan duras contra los maltratadores de animales,  por encima de las humanas es execrable. Dicho esto, a mi no me escandaliza la legislación a que alude el artículo, sobre las penas por el maltrato animal. Las encuentro justas y necesarias. Pero en vez de proponer bajarles el listón, yo abogo para que partiendo de esas leyes,  se promulguen otras más severas con respecto al género humano.  Pero no porque el género humano este maltratado, tenemos que desear que los animales sean más maltratados aún.
En negativo siempre he sostenido que, aquello que se aplica a los animales domésticos, se acaba aplicando al género humano y, no me he equivocado. Denunciaba hace décadas el abandono de perros y gatos y, después vino el abandono de los ancianos, bien en sus domicilios o, con más suerte en esos “refugios” que son las residencias.  Las protectoras que habían nacido para eso, proteger.  Muchas de ellas acabaron sacrificando a los animales. Los recibían en sus instalaciones, para después acabar con ellos. Pues ya estamos en ello. Ya se está practicando la eutanasia en hospitales y, residencias.  El maltrato hacia los animales, ha traspasado a los humanos.  Vemos diariamente, como padres maltratan a sus hijos,  hijos a sus padres y, la crueldad se ha hecho infinita. Si en vez de desear que los animales sufran peor trato ante la justicia que los humanos. No ganamos ni unos ni otros. Perdemos todos.  Lo que hay que hacer (a mi entender) es celebrar esa legislación y, una vez promulgada, pedir a los legisladores que se superen en referencia a los humanos.
Otra cosa que me chirria del artículo, es el tema de las experimentaciones con animales.  Eso lo reprocho totalmente.  Podría entender que un animal que sufriera una patología, se experimentara en ella para buscar el remedio a esa  enfermedad. Pero provocar enfermedades a los animales, para experimentar después, (a mi entender) es cruel e inaceptable a todas luces.  Cada especie que busque los remedios con los de su especie.  Porque si el articulista no quiere que se asemeje lo animal con lo humano, tampoco debería desear que si se mezclara para la tortura, crueldad y sufrimiento. Que cada especie arregle su ciclo vital por su cuenta.

Las fotos que ilustran el reportaje, me ofenden.  Porque esos excesos con los animales son gratuitos.  Ellos no piden que se les disfrace, ni ir a restaurantes, ni lucir joyas. Una porque ellos no pueden valorar estos actos y, otra porque, esas excentricidades ofenden a la dignidad humana con la de pobres que mueren por falta de alimento y medicinas. Las excentricidades de los dueños, no deben pagarlas las mascotas que nada piden.
Por último una reflexión.  Hablamos de animales y, de personas.  En mi dilatada vida, he ayudado a miles de personas a título personal  o, creando asociaciones de ayuda. Una de ellas, de ayuda a los depresivos. Me he pasado noches enteras hasta disuadir a un hermano de que se suicidase y, alguna que otra que ya había tomado los barbitúricos sacarle información para que acudieran a su domicilio a rescatarlos.  Ignoro la cantidad de vidas que habré podido salvar, pero son docenas.  La policía en primer término ha sido testigo de ello. Pues jamás he recibido ninguna distinción y, ni siquiera los familiares de los suicidas me han dado las gracias. Yo no he percibido ni un céntimo por mi labor, ni subvenciones de la administración. Me he pasado hasta cinco horas al teléfono de madrugada, cuando un profesional que lo tiene por paciente y, vive de esas personas, si lo hubiesen llamado hubiese colgado el teléfono.  Con mi perro pastor alemán, salvamos vidas, evitamos robos y, hasta hallamos el cadáver de un vagabundo. Salió en la prensa y, la radio y, una asociación de vecinos quiso homenajear a mi perro y, la autoridad competente no autorizo dicho acto. Con eso quiero decirle que lo más humano que he tenido en las tres últimas décadas (salvo mi extinta señora madre) ha sido a Dolby (pastor alemán),  Sort  (mi perrita abandonada) y, mis gatos. Mi decepción por el género humano es total.  Reitero que necesitaría un estadio de futbol para reunir a las personas que a título personal o a través de mis asociaciones, se han beneficiado;  moral, económica, espiritualmente y, hace un año me operaron de cáncer y, acudí al quirófano solo.  La persona (un compañero de trabajo) que más ayude durante años, se me ofreció su familia a cuidarme. Pues trabajando en el mismo hospital, ni venir a verme, pero registrar mi casa y, apropiarse de mis escasos recursos que le confié, eso sí lo hizo. Quienes acabaron cuidando de mí y mis gatas, fueron dos abuelas de ideología bien opuesta y, ateas.  Con eso quiero decirle que, el grado de envilecimiento del género humano es tan clamoroso que,  lo más humano que conozco son esos pobres animalitos que, nunca te abandonan, no tienen ningún interés, te demuestran un amor total e incondicional que ya quisiéramos tener los “humanos”.  Entre católicos que he convivido y, he compartido hermandad, entre lo que predican y lo que dan, hay un abismo.  Sinceramente no creo en los humanos.  Podría haber estado bien asistido, sin embargo dependía de un ministro que pudiera estar a mi lado y, lo que a mí me ha negado, lo ha dado a un terrorista múltiple. Mi salud es muy precaria, porque nunca mire por mí, siempre me entregue hacia los demás por qué no puedo vivir ante el sufrimiento ajeno.  Pero ha llegado a un extremo que con el género humano, solo dedico mi atención a los nasciturus, a ayudar a las entidades religiosas que velan y cuidan de los más débiles. Los niños, enfermos y, ancianos.
Al iniciar este post, no tenía previsto hablar de mis acciones.  Pueden creerme que nunca jamás he esperado recompensa alguna. Ni reconocimientos o halago alguno.  Si asi actuase, nada más empezar a descubrir la ingratitud de los humanos, hubiese desistido.  Pero soy un ser humano y, por tanto sensible a las muestras de afecto y, más como en la ocasión de mi operación.  El tema me ha llevado a ello sin querer. Siempre he tenido claro que lo que de la mano derecha no se entere la mano izquierda.  Pero alguna vez, sentir la gratitud, unas palabras amables o, un decir “si me necesitas por algo, cuenta conmigo”. Diré más. Sane de mi depresión, haciendo con los pacientes de esa enfermedad, lo que tanto hubiese deseado que alguien hubiese hecho por mí. “Cuanto más conozco a los hombres, mas quiero a mi perro”
EMILIO UTGES

jueves, 17 de octubre de 2013

LA REALIDAD SOBRE LA LEYENDA NEGRA DE LA INQUISICION EN HISPANOAMERICA

El mundo entero (sobre todo los que no hablan “castellano”) jamás podrán perdonar a España por “América”. En su momento los ingleses, los holandeses, los franceses trataron sobre todo los medios de romper el coloniaje de América, no porque les interesara los “indios”, solo era porque ellos querían las posesiones que en manos de España estaban…. Como no lo consiguieron se inventaron cuanta “leyenda negra” pudieron… (Ya algunas la he articulado anteriormente en este blog) una de esas no era sinónimo ni de España, ni de América (lo era-quede claro-de la Europa medieval): la inquisición.
No hablare aquí de sus “orígenes”, ni de como los protestantes la usaron a su antojo.
El Tribunal del Santo Oficio llega a la América hispana mediante una Real Cédula del 25 de enero de 1569. Y es SM Felipe II, quien concreta el establecimiento del Santo Tribunal en América; aunque en 1517 ya había sido planteada por el Regente de Castilla el Cardenal Cisneros, pero no llegó a concretarse.
Dicha cédula aparece en la ley 1 título 19 del libro primero de la “Recopilación de la leyes de los Reinos de Indias”. El Monarca de la Casa de Austria, la justifica por cuanto sus antecesores “pusieron su mayor cuidado en dar a conocer al Dios verdadero, y procurar el aumento de su Santa Ley, y que se conservara libre de errores y doctrinas falsas y sospechosas, y en sus descubridores, pobladores, hijos, y descendientes nuestros vasallos, la devoción, buen nombre, reputación y fama, con que a fuerza de cuidados y fatigas han procurado que sea dilatada y ensalzada…”
A raíz de esta Real Cédula se establecieron tres tribunales inquisitoriales en la Indias: el de Lima, en 1570, el de México en 1571, y el de Cartagena de Indias en 1610.
El primero abarco todo el territorio del Perú, la Suramérica española y Panamá. El de México tenía jurisdicción sobre la Nueva España y Filipinas. El de Cartagena ejercía sus funciones en las provincias eclesiásticas de Santa Fe y Santo Domingo.
La Inquisición en América no fue implantada por simples “caprichos” del Monarca. Obedecía a una serie de “miedos” que venían ejerciendo presiones sobre la Corona desde hacía varias décadas.                                                                                                   Entre ellas podemos citar
a) las quejas de la Santa Sede en torno al proceso de evangelización, que consideraba no había sido lo más acertado deseable.
b) al establecimiento de los hugonotes (franceses protestantes) en el Brasil y la Florida.
c) y por ultimo el desasosiego de la Corona, por el miedo a que los conquistadores optaran por la instalación de un reino independiente de Castilla.
Estos factores, entre otros, ejercieron presión sobre Felipe II que a fin tuvo que optar por buscar los mecanismos que permitieran garantizar la estabilidad de las posesiones tanto en lo civil como en lo social. Y la fórmula que parecía más viable, era la creación del tribunal de la Inquisición en las Indias. Pero no hay que olvidar que, desde hacía varias décadas, algunos clérigos clamaban ya por su establecimiento.
La propuesta fue aceptada por el Monarca y sus consejeros, el cerebro fue Diego de Espinoza, Obispo de Sigüenza, quien había llegado a ocupar los más altos cargos en la administración filipina. Fue él quien dictó las “Instrucciones”, que si bien, en algunos aspectos calcan la organización del Tribunal español, admite importantes modificaciones para las posesiones ultramarinas. Así, por ejemplo, detalle que ocultan nuestros “historiadores”, se establecía que los indios no caían bajo jurisdicción del Tribunal.
 se os advierte que, por virtud de nuestros poderes, no habéis de proceder contra los indios de vuestro distrito, porque, hasta que otra cosa se os ordene, es nuestra voluntad que solo uséis (la inquisición) contra los cristianos viejos y sus descendientes y las otras personas contra quien en estos reinos de España, se suele proceder; y en los casos de que conociereis, iréis con toda templanza y suavidad y con mucha consideración, porque así conviene que se haga, de manera que la Inquisición  sea muy temida y respetada y no se dé ocasión para que con razón se le pueda tener odio”.
La ley es clara: españoles y advenedizos, estos eran los únicos que serían llevados ante el Tribunal, pero nunca los indios, aunque éstos cometieran las mismas faltas que los primeros. Según se les tenia dicho a los Inquisidores americanos “en ninguna manera parece debéis proceder contra los indios bautizados que persuaden a otros a que no crean  lo que les enseñan  los cristianos, sino que guardéis a la letra lo que por la “Instrucción” se os ordena”. De esta forma queda una vez más patentizada la posición de los reyes de velar por el indio dándole toda la protección que fuere necesaria.
Este tema se ha pintado con un panorama tan negativo: miles de millones de indios llevados a las hogueras, cárceles llenas de artefactos para infligir dolor y castigo en nombre de Dios y el Vaticano. Eso seguramente es lo que muchos afirman y juran; pero ningún estudio moderno es capaz de confirmar dichas “masacres”, que ignorantemente se afirman se cometían en nombre del fanatismo católico.
Los procesos hechos por el Santo Oficio no van encaminados, en su mayor parte, a problemas de carácter religioso, como erróneamente se afirma, sino más bien hacia la protección de las buenas costumbres y de lo que en aquella época eran considerados como los pilares de la moralidad. Así, valga el caso, en el Tribunal de Lima, desde 1570 (fecha en que se instala el Tribunal en esta ciudad), se entablan 498 casos, de los que 391 son contra españoles y criollos, 86 procesos contra extranjeros y sólo 21 relacionados con mestizos, negros y mulatos. Lejos quedan entonces las “supuestas” matanzas de indios.
Hasta los piratas llegaron a tener un buen trato; Miles Philips, un pirata de John Hawkins, quien fue condenado por la Inquisición, se expresa en estos términos: “De esta manera estuvimos sirviendo los años que nos habían sentenciado, llevando siempre nuestros sambenitos y debemos confesar que los frailes nos trataron con mucha humanidad, pues cada uno de nosotros tenía su cuarto, con cama y comida, todo muy limpio y arreglado…”.
Sin lugar a dudas un pirata ingles no esperaba tanta benevolencia de la Inquisición española, teniendo en cuanta la forma en que trataba la inquisición inglesa a los católicos.
A cerca de las penas impuestas por la Inquisición a los procesados, eran bastante limitadas: pena capital, destierro, azotes o llevar un sambenito (un distintivo cosido a sus ropas) por cierto tiempo. Veamos ahora el Tribunal de Cartagena de Indias, como dijimos antes fue establecido en dicha ciudad en el año de 1610.  El historiador José Toribio Medina, señala que durante su existencia fueron procesados 767 reos de los cuales 5 fueron llevados  a la hoguera. ¡CINCO EN MAS DE 200 AÑOS!
Todo lo demás que se pueda añadir sobre la Inquisición sólo obedece a fantasías difamatorias, pero no se basan en la realidad histórica.
Espero aportar luz con este artículo; aclaro que no es mi intención defender a España, ya que la madre patria de nuestros días, solo se siente halagada con las difamaciones de los traidores.
Considero normal que España no se haya defendido de tantas calumnias y difamaciones en su contra por el tema inquisitorial; lo que considero imperdonable es que el Vaticano calle ante la verdad historia y pida perdón por las atrocidades que NO se cometieron en nombre de la fe.
Joaquín Pérez Villanueva: Historia de la Inquisición en España y América.                                                                                        José Toribio Medina: La Inquisición en Cartagena de Indias.                                                                                                   Carlos Pereyra: Breve historia de América.                                                                                                                                      Vitorio Messori: Leyendas negras de la Iglesia.

Martin Nieto
(Panamá)